ESPAÑA

Destituido el director de la central de Ascó por ocultar la gravedad del escape radiactivo

Greenpeace exige conocer lo que «realmente» pasó y traslada cincuenta preguntas al Consejo de Seguridad Nuclear

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La Asociación Nuclear de Ascó-Vandellós destituyó ayer de forma fulminante al director de la central tarraconense de Ascó, Rafael Gasca, que estaba al frente de la instalación cuando se registró, el pasado noviembre, una fuga radioactiva que no se dio a conocer hasta cuatro meses después. La destitución se produce, según fuentes del organismo, por ocultar la gravedad del escape. El hasta ayer director de la central de Vandellós II, César Candás, sustituirá a Gasca.

Fue Greenpeace la que alertó del incidente y denunció que la fuga era más grave de lo que las autoridades en principio reconocían. La exigencia de responsabilidades también ha arrastrado al hasta ahora jefe del Servicio de Protección Radiológica de Ascó, Francesc González Tardiu, que será relevado por Genís Rubio, responsable del Equipo de Protección Radiológica que investiga y analiza el suceso.

Las dos destituciones se producen tras la polémica generada por una fuga radiactiva que tuvo lugar el 26 de noviembre y que no se notificó al Consejo de Seguridad Nuclear (CSN) hasta el pasado lunes. El accidente se debió a un error en el vaciado de un bidón de residuos radiactivos en la piscina de refrigeración del reactor, lo que provocó que escaparan partículas y vapores nocivos a través de un extractor de aire.

En principio, los responsables de la planta catalogaron el escape por debajo de los límites de seguridad establecidos y aseguraron que no había peligro. La fuga se clasificó como de nivel 1 en la escala internacional de sucesos nucleares, que llega hasta el nivel 7. Fue el Consejo de Seguridad Nuclear (CNS) el que el mismo lunes lo elevó a accidente de nivel 2, convirtiéndolo en uno de los cuatro más graves de la historia nuclear de España.

Ayer mismo, el titular de la central comunicó al CSN que se han detectado nuevas partículas radiactivas dentro del emplazamiento, en los mismos lugares donde ya se habían localizado otras. El CSN subrayó que el contenido radiactivo se está evaluando todavía y añadió que los datos obtenidos en los análisis que se han realizado hasta ahora no han revelado «ningún indicio de contaminación personal» como consecuencia del escape.

El pleno del CSN se reunió ayer con carácter extraordinario para analizar la información disponible y definir las líneas de actuación que seguirán los servicios técnicos del organismo para esclarecer los hechos, evaluar sus consecuencias y determinar las acciones correctoras y sancionadoras.

Aunque el CNS descartó que haya un riesgo real para la población de la zona, medirá el nivel de radioactividad a todas las personas que pasaron por Ascó desde el día del escape, unas ochocientas. Entre los visitantes se cuentan alumnos de seis escuelas.

Incidente en Trillo

De momento, Greenpeace ha trasladado cincuenta preguntas a este organismo para conocer «lo que realmente pasó». El grupo ecologista cree que Ascó I expuso a la población «a un riesgo radiológico innecesario e indebido al ocultar el escape». La organización considera las destituciones de Gasca y Tardiu «insuficientes» y que se les ha utilizado como «cabezas de turco». Por su parte, la presidenta del CSN, Carmen Martínez Ten, ha pedido comparecer de forma urgente en el Congreso para ofrecer toda la información disponible. El organismo de protección radiológica ha abierto un expediente sancionador y acusado a los responsables de la central, de la que es propietaria mayoritaria Endesa, de falsear los datos transmitidos al Consejo y minimizar deliberadamente su gravedad.

En plena polémica, ayer se supo de otro incidente en la planta nuclear de Trillo (Guadalajara). Durante el proceso de reparación de la barra de control del reactor, que obligó a parar la central en marzo, se desprendió un tornillo. La pieza cayó al interior del reactor, el núcleo radiactivo de la instalación. Según denuncia Ecologistas en Acción, se busca el tornillo perdido por medio de un robot, pero algunos operarios podrían haber recibido ya grandes dosis de radiactividad.