Es noticia:
ABCABC de SevillaLa Voz de CádizCádiz
LOS LUGARES MARCADOS

Mamá, quiero ser friki

A ellos les extrañará verme por allí todos los años. Una puretona que se pasea por el Salón Manga, curioseando entre los tenderetes e interesándose por los nuevos números de la serie de Naruto o por un póster de Sakura. Pero lo cierto es que me encanta; que cada año -y ésta era la novena edición- espero la cita y reservo unas horas del fin de semana para ir a visitarlo.

JOSEFA PARRA
Actualizado:

Si yo tuviese ahora su edad, no me cabe duda de que quisiera ser como ellos. Y de que llevaría a gala la palabra que otros usan despectivamente para nombrarlos: frikis. Porque revelan inquietudes, intereses, propósitos, que en otros chicos de su edad ni se adivinan. Porque hacen que vuelva a creer en la juventud.

Disfruto viéndolos divertirse, interpretar roles, compuestos y ataviados hasta el último detalle. Llevan ropajes singulares, túnicas japonesas, armaduras de samurai, corsés, medias rasgadas o uniformes de colegio, dependiendo del estilo de manga que más les atraiga. No es tan raro: también mi generación desafiaba a los mayores con la indumentaria y las actitudes. Pero ellos van más allá: se confeccionan vestidos, sombreros, máscaras, complementos; aprenden el arte del ikebana, a leer japonés y a plegar papel en talleres de origami; juegan al go y al mahjong; leen Sí; leen, sin que nadie les obligue; y dibujan, y comparan, y opinan, y discuten.

Muchos adultos, encarcelados en unas formas gregarias y uniformes, personas convencionales, de los que se dicen normales, los miran por encima del hombro y escupen la palabra friki como un insulto. Yo no creo que ser diferente, elegir un camino distinto para expresarse, sea sinónimo de estar loco. Al contrario; que sean capaces de salirse de la ruta trazada por una sociedad impersonal como la que sufrimos los hace especiales. A mí me demuestran que piensan. Y que no todo está perdido.