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El león dormido

Duerme el león, sigue dormido. Inmóvil, quieto, parado, triste esperando que un hombre de luz tenga la valentía de traer la esperanza para despertarlo. El pueblo andaluz duerme, mientras algunos dicen que Andalucía no existe. Sólo algunos vemos otro paisaje social andaluz y seguimos sin perder la esperanza. Creemos en aquello que no se ve. Creemos en un pueblo y una nación. Andalucía se merece un futuro mejor. La valentía de tener esperanza. Que no es poco en una sociedad engullida por el consumo que nos lleva a estar incomunicados, a tener los problemas que nos caen de encima como una losa y a percibirlos como si no fueran nuestros.

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El paro, la vivienda, el empleo, la calidad de la educación, los puntos negros de nuestras carreteras, la libertad en los medios de comunicación, la cultura de nuestros hijos, la televisión que vemos, el sistema judicial ciego, la vergonzosa emigración de nuestros universitarios, el precio de la gasolina, los precios de los artículos más básicos, esos artículos que salen de nuestra cartera y no de la del Ministerio de Economía, presenciar cómo se llevan nuestra agua de Almería a Barcelona, la inexistencia de la industria, y no quiero aburrirles más. Podemos ver en estos días como catalanes y vascos negocian con Zapatero el próximo gobierno del estado español. ¿Qué creen ustedes que pedirán? No tengo la menor duda, que cosas buenas para su pueblo, para sus naciones. ¿Y los andaluces dónde están? Pues seguiremos igual, de lo que les sobre ya caerá algo. No hay poder andaluz, no tenemos los andaluces un partido que nos defienda, llámenles nacionalistas si quieren. Una vez tuvimos algo de poder político en Madrid, algunos se reían de aquellos cinco andalucistas en el Congreso de los Diputados y Alfonso Guerra les alertó de que el nacionalismo andaluz era el más peligroso de todos, era como «el león dormido» de los nacionalismos de España. Y se encargaron de que ese león permaneciera dormido y así está, en coma profundo. Pero recuerden la lista de problemas que nos afectan dentro de cuatro años. No griten, ni protesten, que el león no despierte.

Ángel C. Gómez de la Torre. Puerto Real