La enfermedad de Pemán
Al gacetillero le privan las ganas de comentar la epidemia de tiña que recorre ciertos despachos desde que se conoció que había una joven de Alcalá de los Gazules en el nuevo Gobierno de Zapatero: si escuece el fuego amigo, protégete Bibiana Aido, del de los contrarios, que ya amartillan su artillería contra ti y tu ministerio.
Actualizado:Pero el columnista -calumnistas nos llamaba a veces Vázquez Montalbán-, echa la vista atrás a las últimas efemérides y se pregunta si es que el pulso no sólo le tiembla por el chupito de Havana 7, sino por una vaga memoria mundial por la que transita el cabello rojo de Katherine Hepburn y las enormes manazas de Cassius Clay. El paleontólogo inglés James Parkinson describió en 1817 los síntomas de una enfermedad que padeció él mismo después y, luego, doblegó a tiranos como Hitler o Mao, a cantantes como Johnny Cash o a Papas como Juan Pablo II. El rostro todavía joven del actor Michael J. Fox confirma la frialdad de la estadística: El 15% de las personas que padecen Parkinson son menores de 50 años y no venerables ancianos. 80.000 personas padecen en España esta enfermedad degenerativa del sistema nervioso central, que afecta a las estructuras del cerebro encargadas del control y de la coordinación del movimiento, así como del mantenimiento del tono muscular y de la postura. Juguetes rotos pero con la cabeza en su sitio, para entendernos.
Mucho antes que Francisco Franco contrajese dicha dolencia, conocimos el mal de Parkinson en el rostro y en la voz de José María Pemán cuando presentaba la serie El Séneca, en TVE. Ahora, tanto tiempo después, un grupo de profesionales, familiares, amigos y allegados a quienes padecen ese oscuro y frágil temblor del cuerpo pero nunca del alma, están intentando poner en marcha la Asociación de Parkinson Cádiz y, puestos a ello, conmemoraron el 11 de abril, el día internacional que se le ha asignado en memoria del nacimiento del médico que le quitó la máscara para que casi dos siglos después otros colegas suyos sigan investigando posibles antídotos, a pesar de tabúes que tienen más que ver con la superstición que con la religiosidad. En palabras de Miguel Vélez, uno de los impulsores de esta nueva entidad gaditana, sus prioridades pasan por orientar a enfermos y familiares a fin de que conozcan sus características y su tratamiento, pero también la problemática que plantea. Andan quejosos, y con razón, de que hay una enorme diferencia, en cuanto a tiempo de consulta y atención, entre los servicios de salud públicos y privados, por lo que tampoco sería descabellada una mayor sensibilización e información a escala autonómica. También pretenden tratamientos integrales y no sólo farmacológicos, así como la realización de talleres prácticos que con apoyo oficial podrían asumir las propias asociaciones en caso de que el SAS no pudiera hacerlo. Esta Asociación, por cierto, apoyó a la Junta de Andalucía en los proyectos de investigación con células madre cuando el Gobierno del PP los vetaba a escala estatal. Ahora, eso piensan, no vendría mal un mayor aporte presupuestario a dicha línea investigadora, máxime cuando el mismo partido gobierna en Madrid y en Sevilla. Y cree que la ciencia es laica, o debiera serlo.