La hora de la verdad de Berlusconi
El futuro primer ministro se estrena con uno de sus 'shows', para luego repasar las interminables reformas que pide Italia y confesarse «preocupado»
Actualizado:En Italia se habla de Tercera República ante el cambio histórico del panorama político tras estas últimas elecciones: un Parlamento casi normal, con dos grandes partidos, y un Gobierno estable con mayoría absoluta que tendrá mano libre cinco años. Era lo que se buscaba desde el fin de la llamada Primera República, que empezó en la posguerra y terminó en 1993 con el derrumbe del corrupto sistema político por las investigaciones de Manos Limpias. Pero la Segunda República, en la que apareció Berlusconi, reprodujo los vicios de la anterior, con decenas de partidos minúsculos y alianzas inestables. Nadie se esperaba que de estos comicios surgiera la superación de esa fase, pero así ha sido.
La polarización de las fuerzas políticas, fruto del cansancio del electorado, ha hecho posible una Tercera República. Es la ocasión de emprender con urgencia las grandes reformas que necesita Italia y modernizar el país. La tarea recae en el líder del centroderecha, Silvio Berlusconi. Como hasta el momento ha demostrado ser poco de fiar, el reto le coloca ante la hora de la verdad. Será su último tren y probablemente, el de Italia.
Il Cavaliere por fin apareció ayer en público en rueda de prensa y desplegó uno de sus añorados shows de una hora. Empezó serio, pero luego le pudo el personaje. Se fue relajando y dejó una buena ristra de chascarrillos inaugurales. Unos once. ¿Los mejores? Que será el más experto y sabio en las próximas reuniones de la UE y los jóvenes le podrán pedir consejo, como a Mitterrand cuando él llegó en 1994. Que, según la Thatcher, hacen falta cinco años para entender un país y otros cinco para arreglarlo, pero que él es más listo que ella, porque hizo todo en sus primeros cinco años. Que sin periódicos se viviría mejor. Que gusta porque es joven. En fin, en su línea.
Bromas aparte, el magnate pareció mostrarse consciente de su responsabilidad. «Estoy emocionado y preocupado», dijo para empezar. Pero no dejó de reconocer que es «una maravilla» la simplificación del Parlamento, que debería agilizar sus trámites. De inmediato dictó el orden del día del primer Consejo de Ministros, que tendrá lugar en Nápoles, como había prometido. Un gesto para afrontar la crisis de la basura, primera prioridad, seguida del salvamento de Alitalia.
En este asunto garantizó que seguirá siendo italiana, contra la venta a Air France, y que mantendrá el aeropuerto de Milán como centro de vuelos, paralelo a Roma, una cuestión muy sentida en la Liga Norte. Alitalia será un buen termómetro para comprobar si Berlusconi jugará en serio, con una cura drástica pero necesaria de la compañía, o irá de farol. Es decir, si realmente tomará medidas impopulares ahora que puede.
Lista de promesas
Luego, repasó la lista de promesas. Ayuda a las familias con la supresión del impuesto sobre la primera casa y otras medidas, como los mil euros por bebé. Subida de las pensiones menores de 1.000 euros de acuerdo con el coste de la vida. Incentivos a jóvenes y empresas. Inicio o reanudación de grandes obras de infraestructuras pendientes, como el faraónico puente del estrecho de Messina, que unirá la punta de la bota italiana a Sicilia, y los trenes de alta velocidad.
Después pasó al temario de la Liga Norte, más de derechas. Aumento de la seguridad con Policía de barrio, endurecimiento de penas en delitos graves y nueva política de inmigración más severa. Para ello desempolvará la ley Bossi-Fini, que en su día fue la más férrea de Europa. «Cerraremos las fronteras», adelantó, sin precisar a qué se refería. Sobre los temores de sometimiento del Ejecutivo a la Liga, Il Cavaliere afirmó que «nunca ha mandado en mi Gobierno y siempre ha colaborado».
Por último, los grandes temas pendientes, que dan miedo. Reorganización de la Administración pública y reducción de gastos, que Berlusconi pretende resolver con una «gran digitalización». Freno a la evasión fiscal y control riguroso de las declaraciones de la renta. Modernizar la Justicia y reducir sus tiempos a dimensiones humanas. Reforma del sistema educativo, a la cola de Europa en resultados. Si todo ello logra reducir el monstruoso gasto público, prometió acometer la eliminación de tasas impopulares, como la de sucesión, propiedad, automóviles...
Para esta tarea Berlusconi tendió la mano al Partido Demócrata (PD) de Veltroni, con muchas ideas en común en las grandes reformas, y éste hizo lo mismo, aunque ya dijo que no eran «un buen inicio» algunas opiniones de su rival. Pero parecen de acuerdo en que la oposición forme un Gobierno en la sombra con interlocutores claros en cada materia. Sobre su derrota, Veltroni fue directo: «No es fácil comunicar un cambio en tan poco tiempo».