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Puntadas muy rápidassss
El costurero de Isabel está siempre preparado para hacer los pertinentes arreglos a las prendas más preciadas
Actualizado: GuardarIsabel Serralvo tiene un costurero que podría ser el más rápido del mundo. Al menos así se presenta a través de un pequeño cartel que hay en la tienda y donde la 'S' final de la palabra rápidos se alarga. Quizá porque la 'S' es más larga de la cuenta, en la calle Medina las máquinas de coser echan humo, siempre dirigidas por Carmen Meseguer, la empleada de Isabel encargada de la parte de la ejecución. Unos bajos a un pantalón, un talle que hay que cogerle un poco, una cremallera envejecida o simplemente unos botones que haya que colocarle a una camisa. «Comencé en esto de arreglos rápidos después de hacer un curso de patronaje en Madrid. En Jerez no había este tipo de comercio, preparado para hacer un arreglo en cinco minutos. Y así comenzó todo hace cuatro años», narra Isabel.
El negocio va bien, a tenor de las buenas impresiones que narra ella misma. «Con los problemas normales de un negocio. Hemos logrado tener una clientela muy fiel, personas que saben que nuestros arreglos son para siempre y que, cada vez que compran un pantalón o cualquier otra prenda, vienen después aquí a hacerse el arreglo pertinente», prosigue Isabel Serralvo. Y además insiste en comentar que «somos profesionales», porque hasta para hacer un ojal hay tener cierta técnica.
Por otro lado, el tiempo preferial ha llenado el costurero de trajes de flamenca. «Siempre hay que hacer algún pequeño arreglo porque en Navidades tendemos a engordar un poco, y como este año la Feria ha llegado tan pronto, no hemos tenido tiempo para perder lo ganado en las fiestas», comenta al respecto.
Más que un simple comercio, la tienda se convierte en ocasiones en un lugar de encuentro de personas que llegan y comienzan a contar sus cosas a las guapas dependientas. Una señora ha llegado y se sienta. Viene con tres o cuatro cosas que contarle a Isabel y Carmen. «Muchas convertimos la tienda en un pequeño consultorio», comenta en voz baja Isabel; aunque, eso sí, lo dice encantada.