El Gobierno echa a andar y renueva su estructura en el primer Consejo de Ministros
El Ejecutivo confirma a Conde-Pumpido al frente de la Fiscalía General del Estado y a Sáiz como responsable del Centro Nacional de Defensa
Actualizado: GuardarEl Consejo de Ministros estrenó ayer las reuniones de la legislatura y eligió la primera hornada de altos cargos de los ministerios. Entre ellos, Bernardino León, hasta ahora número dos de Asuntos Exteriores, nombrado secretario general de la Presidencia de Gobierno, y la periodista de la Cadena Ser Nieves Goicoechea, designada secretaria de Estado de Comunicación en sustitución de Fernando Moraleda.
Por otra parte, Joan Mesquida abandonará la dirección del Cuerpo Nacional de Policía y de la Guardia Civil apenas veinte meses después de convertirse en el primer mando único de los 130.000 funcionarios de las fuerzas de Seguridad del Estado. El bidirector ha aceptado la «propuesta personal» del presidente de marcharse al Ministerio de Industria como secretario de Estado para el Turismo y seguir así carrera política en Madrid. Su designación oficial se producirá en los próximos días.
Según fuentes del Gobierno, la idea de que Joan Mesquida pase a liderar el área de Turismo surgió el pasado sábado en una reunión entre el presidente y la vicepresidenta primera en el Palacio de La Moncloa, convocada para diseñar los nuevos departamentos.
Rodríguez Zapatero y Fernández de la Vega coincidieron en la necesidad de mandar un «mensaje fuerte» de apoyo al sector turístico español, que no vive sus mejores horas con un euro demasiado apreciado. Ambos convinieron que Mesquida podría ser la persona adecuada para relanzar este sector, ya que fue consejero de Hacienda en Baleares, una comunidad con más de once millones de turistas anuales.
El presidente comunicó su decisión a Alfredo Pérez Rubalcaba. El ministro se tomó «fatal» la propuesta. «Prescindir de su 'hombre fuerte' no le hizo ninguna gracia», recordaron hoy responsables de Interior. De hecho, Pérez Rubalcaba trató de convencer a Rodríguez Zapatero de que Mesquida, un político fiel y muy discreto, era el perfil que necesitaba la jefatura de Seguridad para un período como el que se avecina de bajo contenido político, sin tregua de ETA de por medio. Al final, el presidente volvió a doblegar la voluntad de Pérez Rubalcaba, al que sólo horas antes había presionado hasta la saciedad para que siguiera en el cargo de ministro.
Pero también entran en juego cuestiones personales. En la decisión de Mesquida de abandonar Interior han pesado sus complicadas relaciones con el número dos del departamento, el secretario de Estado para la Seguridad, Antonio Camacho, con quien nunca ha tenido especial empatía. Ambos cargos han mantenido roces, sobre todo debido a que sus competencias muchas veces se solapaban a la hora de coordinar los trabajos de las fuerzas de seguridad.
La salida de Mesquida, según Fernández de la Vega, no provocará cambios orgánicos en el departamento ni la desaparición del mando único. La vicepresidenta, tras el Consejo de Ministros, aseguró hoy que la estructura «permanecerá» porque desde que se creó hace un año y medio «ha funcionado razonablemente bien».
Tampoco habrá cambios en la Fiscalía General del Estado. La número dos del Gobierno confirmó que el Ejecutivo decidió el cese de Cándido Conde-Pumpido para volverle a proponer que dirija durante cuatro años más el Ministerio Público. Al frente del Centro Nacional de Inteligencia, anunció, seguirá Alberto Sáiz, mientras que Cándido Méndez, ex delegado del Gobierno en Madrid, será el secretario de Estado de Defensa.
Por otra parte, también José Luis Rodríguez Zapatero se ha quitado de en medio un foco de tensiones. El presidente del Gobierno ha decidido suprimir la Oficina Económica de Moncloa que en su día ocupó Miguel Sebastián y ahora detentaba David Taguas. El órgano asesor del presidente, creado por José María Aznar en 1996, provocó en la pasada legislatura más de un quebradero de cabeza al vicepresidente económico, Pedro Solbes. Su condición para seguir en el cargo fue, precisamente, que se le permitiera dirigir su área sin más interferencias.
La incorporación de Sebastián al nuevo Ejecutivo de Zapatero como ministro de Industria había levantado dudas sobre la interpretación que el jefe del Ejecutivo pudiera haber hecho de las palabras de Solbes. Más aún cuando el propio ministro de Economía se vio impelido a remarcar, este domingo desde Washington, que es él quien detenta la vicepresidencia económica, quien firma las leyes y quien preside la comisión delegada del ramo, encargada de coordinar todos los ministerios económicos.
Sin rivalidad
La vicepresidenta primera del Gobierno, María Teresa Fernández de la Vega, se esforzó ayer en apaciguar los ánimos. Aseguró que «no hay ningún problema» y que la rivalidad entre Solbes y Sebastián pertenece exclusivamente al terreno de la «especulación». Aún así, echó un capote al vicepresidente y subrayó que es él quien dirigirá el equipo creado por Zapatero para «atender» los retos de la economía española. «No hay subordinación hay cooperación en equipo y, eso sí -insistió-, hay dirección».
En cualquier caso, la desaparición de la Oficina Económica de Moncloa, viene a suponer el reconocimiento de un conflicto pasado. Desde ella, y en su calidad de asesor del presidente, Sebastián promovió y auspició actuaciones que poco tenían que ver con la filosofía de Solbes.
Al actual ministro de Industria se le considera el inspirador de aquel intento de desembarco de Sacyr en el BBVA para desbancar del poder a antiguo jefe, Francisco González; siempre se ha mostrado partidario del tipo único del IRPF y auspició la reforma de la Comisión Nacional de la Energía para que ésta tuviera capacidad de decisión en la OPA de la alemana E.On sobre Endesa, en contra del criterio del vicepresidente económico.