Inflación global
Actualizado: Guardarl incremento del IPC en un 0,9% el pasado mes de marzo ha elevado su tasa interanual en España al 4,5%. La inflación se ha convertido en un factor extraordinariamente inquietante tanto por lo que supone para el coste de la vida de los hogares más humildes como porque las citadas tasas amenazan con atenazar las posibilidades de respuesta a la desaceleración o a la recesión. Es éste un mal que recorre el conjunto de Europa, pero cuya generalización no debería diluir ni la especificidad del caso español ni la responsabilidad que ante el IPC han de asumir tanto las instituciones públicas como, en otro plano, los agentes sociales. Pero si los países de nuestro entorno se ven afectados por la subida en el precio de productos de primera necesidad, son las sociedades más empobrecidas del planeta, que tienen el arroz u otros cereales como alimento básico y en algunos casos único, las que soportan las consecuencias más lacerantes del señalado encarecimiento. La sorprendente coincidencia en el tiempo de una crisis financiera de efectos globales, una incesante subida del precio del petróleo y los efectos inducidos por la introducción del cultivo de cereales para biocombustible, la rapidez con que se han ido propagando las dificultades y la perplejidad con la que los sectores más informados y los círculos de responsabilidad pública y privada han demostrado ante la nueva situación ofrece su vertiente más sangrante en el mayor empobrecimiento de los más pobres de cada continente, especialmente de África, Asia e Iberoamérica. Los pronósticos más agoreros sobre la pérdida de empleo en los países desarrollados ni siquiera podrían compararse en sus efectos sociales con el hambre y las migraciones que un incremento sostenido del precio de los cereales y otros productos básicos acarrearía a las regiones depauperadas del globo que, afectadas unas veces por la persistente sequía y otras por lluvias torrenciales, se ven precisadas de importar una cantidad creciente de alimentos. La alerta lanzada ayer mismo por el director general de la FAO, el senegalés Jacques Diouf, advirtiendo sobre la conflictividad que podría derivarse de la inflación global, y que se está manifestando ya en países tan distantes y diversos como Indonesia, Egipto o Haití, emplaza a la comunidad internacional a actuar urgentemente tomando conciencia de la verdadera dimensión de un problema que demanda respuestas concertadas a nivel mundial.