MUNDO

Guerrilla marítima

Somalia, con sus 3.025 kilómetros de litoral y su prolongada crisis de poder, es un paraíso para los piratas modernos. Según las estadísticas de la Oficina Marítima Internacional (IMB), los actos denunciados de este tipo de criminalidad organizada en sus aguas han pasado de 10 en 2006 a 37 en 2007. El país africano, en guerra civil desde 1991, ostenta el récord de rehenes en abordajes, con 154 en 11 ataques.

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

A escala mundial, los actos de piratería aumentaron el año pasado un 10% hasta alcanzar un total de 263. Junto al Cuerno de África, el incremento también fue notorio en el golfo de Guinea donde Nigeria registró 42 abordajes frente a una docena en 2006. En contraste se produjo un descenso en el estrecho de Malaca, cuyos países ribereños -más ricos y preparados- se han coordinado para luchar contra la plaga.

Los filibusteros actuales tienen poco que ver con los cinematográficos piratas del Caribe. No llevan sombrero de ala ancha, pata de palo, parche en el ojo ni loro al hombro. Son antiguos pescadores organizados por clanes en milicias dirigidas por «señores de la guerra». Armados con fusiles de asalto Kalachnikov AK-47 y lanzagranadas RPG7, operan a partir de un barco-base, a menudo un mercante presa de sus conquistas, en el que van embarcadas las lanchas ligeras con las que lanzan sus ataques guiados por GPS.

«Son como una guerrilla marítima», resume Eric Frécon, autor del libro Pabellón negro en Asia del Sudeste (ediciones Irasec). Este experto destaca la trampa para barcos que representa el cuello de botella formado al norte del Cuerno de África entre el océano Índico y el mar Rojo. «De hecho, el golfo de Adén es un poco como el cañón de Lucky Luke: los indios están arriba emboscados a la espera de la diligencia», explica. Industria floreciente, la piratería supone un coste adicional a las compañías de seguros de 10.000 a 15.000 millones de dólares (entre 7.000 y 10.000 millones de euros) al año.