Qué lejos, qué pronto
Todos sabían que iba a llegar, pero ni tan lejos, ni tan pronto. De su talla política daba idea que, con 31 años, ya era ex delegada provincial de Cultura, flamante diputada autonómica y fija en las quinielas como candidata a ocupar la Alcaldía de Cádiz en 2011. Si ese palmarés político ya parecía espectacular, el hecho de ser ministra con 31 deja en miniaturas políticas todos lo anterior. Nacida en febrero del 77 en la población más socialista de la provincia, hija de un veterano en la política institucional, tenía todas las papeletas. Las compró, las defendió y destacó.
Actualizado: GuardarLicenciada en Dirección de Empresas en 1999 y con un máster por la Universidad de Northumbria (Newcastle, Reino Unido), apenas le había dado tiempo a reunir un currículum profesional (en una empresa privada, dos entidades bancarias y la Universidad de Cádiz) cuando, en 2003, con 26 años recién estrenados, su activa militancia socialista le impulsó hasta el cargo de delegada provincial de la Consejería de Cultura en Cádiz.
Su determinación y el gran hábito de rodearse de cabezas tan amuebladas como la suya (Antonio Álvarez, por mencionar a uno) le permitieron cerrar una legislatura brillante. Impulsó de forma fundamental proyectos para reformar, poner en valor y abrir al público emplazamientos fundamentales (Museo Provincial de Cádiz, Teatro Romano, Baelo Claudia...) e impulsar festivales como el de Música Española.
Con una inusual mezcla de pragmatismo e idealismo, aprovechó su conexión con el Ministerio de Cultura de Carmen Calvo para mostrarse como una gestora entusiasta y capaz. Después pasó a la Agencia de Flamenco, y también la levantó. Ahora iba a ser consejera, una de las diputadas autonómicas más jóvenes... pero no. Desde ayer le toca ser un hito en la historia política provincial.