PAN Y CIRCO

Llamas que se apagan

Los que tengan cierta memoria se acordarán que el pasado mes de noviembre escribía un artículo en el que hacía una especie de comparación entre Antonio Martínez Ares y Antonio Calderón. Ciertamente me ilusionaba la llegada de un técnico de la casa y así lo reflejé. Muñoz se había convertido en su principal avalista y lo refrendó ofreciéndole tres años de contrato. En ese momento, la prioridad era sacar al equipo del pozo y Antonio lo consiguió en primera instancia. Sin embargo, yo creo que en el subconsciente colectivo subyacía la sensación de que no era el entrenador apropiado para aspirar a metas mayores. Pasado el tiempo, la imagen ofrecida por los amarillos ha ido de mal en peor y los que hacen números han empezado a asustarse. A todo esto habría que unir el descontento de la afición, cada vez más en contra del inquilino del banquillo. La llama de la pasión de la grada se había apagado como se había apagado la llama que unía a Muñoz con Calderón. Pero siendo sinceros, el entrenador hasta el momento había cumplido con su compromiso porque el equipo se ha mantenido a una cierta distancia del descenso, es decir, se ha limitado a cumplir con los que le trajeron. Su final ha sido amargo, porque, quizás, iba a ganar tres partidos de aquí al final de Liga y con eso habría bastado. Ahora se le abre una disyuntiva complicada porque en una temporada había sido capaz de dar un salto de dos categorías y ahora volver a Tercera sería casi un descrédito. De todas formas, allá donde vaya lo que sí está claro es que no va a sentir un ambiente tan hóstil y una presión del entorno tan agobiante como la que ha sufrido casi desde el inicio.

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

A todo esto, otra llama que se apaga es la olímpica y de la del pebetero de la plaza España de Cádiz ya mejor ni hablamos. Pero esas llamas a mí casi ni me interesan. deportes@lavozdigital.es