Zapatero ultimará hoy su gobierno tras la investidura como presidente
Dedicará el primer tramo de la legislatura a proyectos que no requieran grandes pactos
Actualizado: GuardarJosé Luis Rodríguez Zapatero esperará a ser investido presidente del Gobierno por la mayoría simple del Congreso de los Diputados para descolgar el teléfono y acabar con las dudas de los ministros y ministrables que desde hace días estos cavilan sobre su futuro. El jefe del Ejecutivo en funciones desea cumplir el formalismo de contar con el respaldo de las Cortes antes de hacer nuevos nombramientos y, hasta el último momento, ha controlado de cerca la más mínima filtración sobre la composición de su futuro equipo. Se ha propuesto demostrar que él marca sus propios tiempos. Este viernes por la tarde comenzará la ronda.
El líder del PSOE disfruta, según su círculo cercano, con la incertidumbre que genera su hermetismo, que se deriva en parte de la posición ganada en el partido. Rodríguez Zapatero tiene las manos más libres que hace cuatro años para hacer y deshacer a su antojo y así se lo hicieron saber los dirigentes de su partido tras el 9 de marzo. Incluso las direcciones del partido en el País Vasco y Cataluña, federaciones que se sienten en buena medida artífices del resultado, admiten que sus votos tienen mucho que ver con el tirón personal de su jefe de filas, lo que no quita para que hayan intentado colocar a pesos pesados en el Gobierno.
Los catalanes tienen garantizado el puesto de Carme Chacón y confían en encontrar hueco para otro de sus hombres, el secretario de Estado de Economía David Vegara, o el presidente de la Diputación de Barcelona, Celestino Corbacho. Los vascos aspiran por su parte a situar a una mujer en el Consejo de Ministros, aunque fuentes del partido aseguran que les preocupa más la política que desarrolle Rodríguez Zapatero que sentar a un representante en los bancos azules.
Convulsión interna
El secretario general de los socialistas actúa así con la tranquilidad de que, mientras el resto de las formaciones parecen estar sumidas en la convulsión interna, entre los suyos apenas se mueve un alfiler. Sólo el ex barón extremeño Juan Carlos Rodríguez Ibarra se atrevió a criticar en público la decisión de nombrar portavoz del grupo parlamentario a José Antonio Alonso y la tendencia a convertir en pesos pesados -ahí están los ratificados Pedro Solbes y María Tersa Fernández de la Vega- a dirigentes que no tienen carné del PSOE.
La decisión de no negociar con las fuerzas minoritarias para evitar acuerdos que hipotequen toda la legislatura ha recibido, además, el aplauso de todos: de los jóvenes, de los veteranos y de quienes conviven y compiten con fuerzas nacionalistas en sus territorios. «En otro momento se habría podido correr el riesgo de que una investidura a la segunda se asociara en el imaginario colectivo a tiempos inestables por el precedente de Leopoldo-Calvo Sotelo y el golpe de Estado, pero de eso han pasado ya más de veinticinco años», subraya un viejo socialista.
Aún así, los socialistas catalanes se mantienen en guardia ante los signos de acercamiento a CiU, formación con la que en Ferraz no se descartan acuerdos estables una vez se despeje el escenario político de Cataluña, se aclare la situación del tripartito y los propios nacionalistas se reorganicen.