CALLE PORVERA

¿Un concurso blanco?

Le propongo un ejercicio. Piense en un concurso de telerrealidad en el que supuestamente se premia la voz, la calidad artística, el esfuerzo y el afán de superación de los participantes, unos jóvenes que aspiran a triunfar en el mundo de la canción. Supuestamente, un jurado cualificado propone cada semana, después de una gala, una terna de candidatos a abandonar la escuela en la que aprenden y ensayan durante la semana. Pero -y seguimos con los supuestos- es el público el que tiene la última palabra sobre quién abandona el programa.

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Comparado con otros concursos de telerrealidad, éste se trata de uno mucho más blanco. Siempre aparentemente. Porque es un programa que, supuestamente -otra vez-, premia el esfuerzo y da la oportunidad a unos jóvenes de triunfar.

Pero no es oro todo lo que reluce. Esos jóvenes, en muchos casos menores, firman contratos de los que -al menos en años anteriores- no les dan copia. Incluyen, además, cláusulas leoninas. Da igual, porque un día antes de que empiece el programa, y sabiéndose elegidos, casi serían capaces de firmar hasta su propia sentencia de muerte. No lo hacen, pero casi. Sus futuros profesionales quedan supeditados durante mucho tiempo a lo que la productora imponga.

Podría también hablar de las garantías en las votaciones telefónicas del público soberano. De las elecciones de canciones para las galas, de las puestas en escena para unos y otros, de los ataques de jurados sin piedad, de lo que cobran y de cómo se reparten los beneficios que genera el programa... Pero se acaban las líneas y no es posible.

¿Adivina de qué programa hablo? Si tuviese que ponerle un color, no sería el blanco, desde luego. El marrón le sentaría mejor.

wjamison@lavozdigital.es