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URALITA. El techo de la vivienda de David y su madre es de este material que debería ser cambiado.
Jerez

Aprender a vivir bajo mínimos

Desde hace más de cuatro años David y su familia residen en una vivienda apuntalada de Cuartillos donde los techos están vencidos y no hay agua

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Dicen que todos tenemos derecho a tener una vivienda digna, pero David Montoro y los suyos llevan más de cuatro años sin saber qué es eso. La historia de estos jerezanos es muy similar a la de muchos otros que habitan en la zona rural, donde las carencias se acentúan y las situaciones se complican de forma importante.

Para acceder a su casa hay que atravesar un carril, junto a la depuradora de Cuartillos, que en días como el de ayer -en los que el tiempo está revuelto- convierte en una odisea pasar por allí con un coche. Una vez en la puerta de su casa, los cubos llenos de agua y las paredes apuntaladas dan una idea de lo que padecen a diario estos vecinos. «Hace cuatro años nos vinimos a esta casa. La pareja de mi madre decidió hacer unos arreglos en ella, pero esta vivienda es ilegal y en 2006 nos multaron. El problema es que el crédito para hacer las mejoras se puso a mi nombre y el novio de mi madre murió, así que soy yo quien está pagando, como puede, el dinero a Urbanismo», explica David.

Esta sanción «ha complicado aún más nuestra situación porque tanto mi madre como yo hemos estado mucho tiempo sin trabajo y las deudas heredadas nos están ahogando». Deben al Consistorio unos 6.000 euros que «estoy pagando todos los meses a 30 euros, aunque ahora, como he encontrado trabajo, me lo van a subir a 150 euros, sin contar con los intereses que no paran de aumentar».

Cuando este joven de 25 años y su progenitora desembarcaron en esta zona de Cuartillos «no teníamos nada. La idea inicial del novio de mi madre era instalar un aljibe (depósito donde se guarda el agua de lluvia) ya que aquí tampoco tenemos agua potable para poder vivir, pero como él falleció se quedó todo a medio hacer», comentan los afectados.

Además de ello, la casa está llena de goteras y los techos se encuentran totalmente cedidos. «El tejado es de uralita y está muy viejo por lo que está comenzando a caerse. Tenemos todo el salón y los dormitorios caídos». El principal problema es que «ni podemos pagar la reparación, ni podemos pedir ayudas a la Junta porque no nos dan la legalidad de la vivienda, ni podemos arreglarlo, en el caso de que tuviéramos los millones necesarios para la obras, porque Urbanismo volvería a multarnos», recalca.

«Nos duchamos con agua de la lluvia y ha habido días que mi madre para trabajar y traer dinero a casa ha tenido que andar dos kilómetros hasta el centro de Cuartillos y volver. Hemos pasado mucho», se lamenta David.

Aunque la situación de los dos ha mejorado desde que ambos trabajan, «estamos atados de pies y manos». Han solicitado a Urbanismo que les perdone la multa o que tiren el techo del porche que se construyó en 2004 ya que «tengo 25 años y no puedo ni siquiera aspirar a comprarme una vivienda propia porque estoy asumiendo una responsabilidad que no es mía, además de vivir en estas condiciones».

Para la Real Academia una infravivenda es aquella que no reúne las condiciones elementales de habitabilidad, algo que muchas familias de la zona rural como ésta, o en peores circunstancias, soportan a diario mientras aguardan la legalización de estos inmuebles.

braguilar@lavozdigital.es