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TRIBUNA

El agua, un bien escaso

Va de paso el invierno y las escasas precipitaciones caídas hacen que a muchos ciudadanos/as les preocupe la situación. El agua embalsada en nuestra provincia ha vuelto a bajar con respecto a años anteriores, también los acuíferos están bajando el nivel. En algunos municipios de la Sierra ya están existiendo verdaderos problemas, con restricciones horarias para el abastecimiento. Por lo tanto, no está demás que realice una pequeña reflexión sobre el uso y abuso de un líquido tan preciado como el agua.

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El agua es de los recursos más preciados que existen en la Tierra. La apariencia de que existe en abundancia, no debe hacernos olvidar la manera tan desigual en que está repartida, tanto a nivel mundial, como nacional. Algo más de 1.100 millones de personas en todo el mundo carecen de agua potable, y 2.400 millones no cuentan con instalaciones sanitarias adecuadas. En nuestro país existe un debate sobre el trasvase de una cuenca hidrográfica a otra con menos recursos, y en nuestra provincia hay previsiones de cortes de agua en el consumo ante la persistente sequía y el descenso del almacenamiento de agua en nuestros embalses. Sin duda, el agua es un bien escaso.

La ONU prevé que, si se mantiene el ritmo actual de extracción de agua, dentro de veinte años 1.800 millones de personas padecerán una severa escasez de agua. El derroche, aumentado con el nivel de vida de la población, agrava la situación. Los equipamientos existentes en los hogares de cierto nivel económico incitan a un uso del agua sin moderación. Actualmente, los europeos utilizamos a diario ocho veces más agua que nuestros abuelos. Por otro lado, sólo un 55% o un 60% del agua extraída se consume, mientras la restante se pierde, ya sea por derrame o evaporación durante el riego, o por escapes en las redes de distribución. ¿Es compatible la proliferación de actividades de excesivo consumo de agua, como los campos de golf, con la situación actual de carencia de agua? Desgraciadamente no existe conciencia de su escasez ni de su valor.

Sin embargo, no debemos olvidar que el problema del agua es también cualitativo. Cuanto mayor es su consumo mayores son los volúmenes de aguas residuales. En nuestra provincia todavía existen diferentes municipios que no depuran sus aguas, vertiendo a arroyos, ríos o aguas de superficie sin tratamiento previo.

Las instituciones provinciales y locales deben trabajar conjuntamente para concienciar a los ciudadanos de que el agua es un bien escaso. Además de garantizar el uso racional del agua, debemos aumentar la eficacia de los modos de utilización, en particular del riego, modernizar las infraestructuras de producción y distribución de agua potable, preservar las reservas y depurar el 100% de las aguas residuales de la provincia mejorando las estaciones depuradoras existentes con métodos modernos, sostenibles y más eficaces.

Otro aspecto que necesita el consenso o la coordinación de las diferentes administraciones es el de las tasas o precio público del agua. Es cierto que en diferentes municipios que soportan los mismos costos en el tratamiento, conducción y llegada del agua a los domicilios, el precio del metro cúbico de agua es distinto. Debe existir un proceso de convergencia en varios años que haga posible una unificación de precios, teniendo en cuenta que debe haber una penalización a los tramos de mayores consumos de agua.

Por último, considero que el acceso al agua es un «derecho fundamental del ser humano», por lo tanto, no debe de privatizarse, ni mercantilizarse, teniendo todos los ciudadanos derecho a este recurso vital.