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San Francisco blinda sus calles para frustrar el asedio a la llama de Pekín

Llegó de madrugada y pasó todo el día de ayer en un lugar oculto, pero hoy la antorcha olímpica tendrá que recorrer las calles de San Francisco y enfrentarse a los manifestantes que la han convertido en un símbolo de la represión china. La única parada de la llama en Norteamérica es también una prueba de fuego para la supervivencia de su recorrido público hacia Pekín. Por eso las autoridades chinas y el Comité Olímpico han presionado al Gobierno estadounidense para que ponga todas las medidas posibles para evitar que se repitan las imágenes de Londres y París.

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El propio embajador chino, Zhou Wenzhong, voló a San Francisco para reunirse con su alcalde y asegurarse de su grado de compromiso. Gavin Newsom sacará hoy a toda la Policía, con agentes que correrán junto a los deportistas y trabajarán con los servicios secretos y el Ejecutivo federal para protegerlos. El itinerario se ha reducido de ocho a seis millas y las ceremonias de apertura y cierre han quedado limitadas a veinte minutos.

Nada de eso impedirá que los manifestantes saquen a la calle las protestas contra la represión perpetrada por China en Tíbet o su apoyo a los gobiernos de Darfur y Birmania. Grupos como Students for a Free Tíbet y Save Darfur se reunirán con monjes budistas e incluso actores de Hollywood con la promesa de llevar a cabo «actos pacíficos de desobediencia civil».

Los primeros empezaron el lunes -madrugada de ayer en España-, cuando tres jóvenes se subieron al puente del Golden Gate para colgar una pancarta en apoyo a la independencia de Tíbet. Aguantaron la presión durante más de tres horas, tiempo que el gigante permaneció cortado, bloqueando el tráfico de salida y entrada a la ciudad en hora punta de la mañana.

Anoche eran el actor Richard Gere, el laureado arzobispo Desmond Tutu y algunos líderes tibetanos los que encabezaban la vigilia por los derechos humanos que sembró de velas la Plaza de Naciones Unidas en la ciudad.

Sus peticiones han encontrado eco en los líderes políticos. La congresista por San Francisco Nancy Pelosi, portavoz de la mayoría demócrata en el Congreso, ha pedido que Estados Unidos boicotee la ceremonia de apertura en Pekín e incluso ha introducido una resolución de condena