Tres trabajadores de Las Calandrias comienzan su huelga de hambre
Los empleados no pudieron instalarse en el Ayuntamiento ante la negativa policial, por lo que acamparon en la puerta El desvío de residuos a Verinsur ha recrudecido el conflicto
Actualizado: GuardarMedio centenar de trabajadores de la planta de reciclaje Las Calandrias se concentraron a primera hora de ayer a las puertas del Consistorio jerezano, con el fin de apoyar a los tres compañeros que han decidido comenzar la huelga de hambre. Poco antes de las diez de la mañana, los allí concentrados expresaban su solidaridad con muestras de cariño y preocupación, ante lo que se avecina como un periodo difícil de duración incierta. Aunque en un principio iban a ser cuatro, finalmente una baja por enfermedad hizo que fueran tres los que se decidieran a acometer la huelga: el presidente del comité de empresa, Miguel Ángel Montes, y los trabajadores Joaquín José Soto y Guillermo Ramírez.
La huelga se inició con un traspiés, ya que la intención de los profesionales era introducirse en el Ayuntamiento y permanecer allí de forma indefinida, algo que les prohibieron los policías apostados en la puerta. Por ello, y tras barajar varias opciones, los tres decidieron emprender el paro a las puertas de las instalaciones municipales, donde permanecían al cierre de esta edición, aunque no descartaban trasladarse al local de Comisiones Obreras por cuestiones climatológicas.
No obstante, el resto de la plantilla de Las Calandrias hará turnos de mañana y noche para acompañar a los tres empleados, y se irán incorporando a la huelga otros tres por día, hasta que se llegue a la resolución del conflicto. Montes trasladó el malestar reinante por el hecho de que no les dejaran instalarse en el Consistorio, recordando cómo «el presidente del Xerez, que es una empresa privada, estuvo encerrado allí media hora y consiguió que le dieran tres millones de euros». En este sentido, el presidente del comité lamentó que «nos echen como a animales» y «no respeten la dignidad de las personas».
Junto a él permanecía su esposa, que aunque reconocía que la huelga de hambre era un paso duro, no le cabía duda de que «él va a aguantar, porque esto es muy fuerte». Soto, otro de los que secundaron la medida, argumentaba que «nos han quedado pocas opciones, por eso hemos tenido que hacerlo, ya que no podemos impedir que lleven la basura a otros vertederos, ni que traigan a otros trabajadores a la planta como están haciendo». Esta es fundamentalmente una de las razones más sólidas que ha impulsado a la plantilla, en huelga indefinida desde hace cuatro semanas, a tomar esta última decisión.
Como declaró el secretario local de CCOO, José Manuel Trillo, «el Ayuntamiento no tiene la culpa, la culpable es la empresa», pero a los trabajadores les ha molestado sobremanera que el Gobierno local no haya cumplido hasta ahora con el papel de mediador que prometió en el conflicto y, sobre todo, que diera orden el pasado sábado de derivar los residuos a otro vertedero, el de Verinsur. «Con esta determinación han roto el derecho a una huelga legítima, porque ya no tiene sentido. De todas maneras, esperamos un posicionamiento duro del Ayuntamiento, ya que la empresa se está cachondeando de nosotros».
«Sólo un sueldo digno»
Rafael Tejada, secretario de acción sindical de CCOO, recordó los motivos que han impulsado la ruptura de relaciones con la dirección de la UTE. «La solución es que la empresa se siente a negociar, y no se levante hasta que no se haya llegado a alguna solución. Tienen que aceptar las condiciones del comité, que lo único que quiere es un sueldo digno que ronde los 1.000 euros. Ahora mismo los trabajadores cobran 866,95 euros brutos, y en dos años tienen que estar equiparados al resto de las concesionarias de Jerez».
Por otro lado, Tejada propuso a Alcaldía que, en el caso de que la empresa no cumpla con el pliego de condiciones, «la solución es rescindir el contrato y buscar a otra». Además, recordó la «ilegalidad» que supone el vertido de residuos en Verinsur, «ya que ahí están echando todas las basuras, cuando sólo se puede hacer con residuos peligrosos y tóxicos». Los trabajadores aprovecharon para resaltar que tampoco la Diputación Provincial de Cádiz había cumplido con las expectativas, al comprometerse a ejercer otro papel de mediador, algo que parece que también ha caído en saco roto.
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