LIDERAZGO. Esperanza Aguirre y, tras ella el líder del PP, Mariano Rajoy, ayer. / REUTERS
ESPAÑA

Esperanza Aguirre condiciona su apoyo a Rajoy y no descarta disputarle el liderazgo del PP

La presidenta de la Comunidad de Madrid critica la oposición que hizo su partido la pasada legislatura y asegura que perdió las elecciones por rehuir los debates ideológicos Los barones autonómicos dejan sola a la líder autonómica

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Esperanza Aguirre le echó coraje y abroncó ayer a Mariano Rajoy en público con una descalificación, en toda regla, de la política de oposición que aplicó en la pasada legislatura. En el Foro ABC, condicionó su apoyo al líder popular en el próximo congreso del partido y dejó la puerta abierta a la presentación de su propia candidatura si Rajoy no presenta un proyecto y un equipo de nítida ideología liberal. La significativa ausencia de 'barones' autonómicos y numerosos pesos pesados del PP le ofrecieron el primer dato de su popularidad en la organización. Quizá por ello, Aguirre se puso la venda antes de la herida y reconoció la dificultad que entraña erigirse en candidato alternativo al que dispone de la dirección nacional.

«A fecha de hoy», Aguirre no ha decidido concurrir al congreso de junio para competir con Rajoy por la presidencia del PP, pero no excluye que pueda mudar de opinión antes de esa fecha. Eso sí, «si cambio de planes», advirtió, «el primero en saberlo será el presidente». Mientras tanto, le puso tareas al líder del partido para que se gane su apoyo de aquí a las votaciones en el cónclave.

«Le dije a Rajoy que le apoyaba», explicó durante el coloquio posterior a su conferencia, pero avisó de que «llegado el congreso, ya veremos los proyectos, los programas y, en su caso, las candidaturas». Por el momento, celebró la renovación que supuso el nombramiento de Soraya Sáenz de Santamaría al frente del Grupo Popular en el Congreso y se reservó la opinión de los cambios todavía pendientes y que se concretarán en el cónclave de junio. No obstante, aprovechó para lanzar un dardo envenenado a su predecesor en la presidencia del PP madrileño y actual portavoz en el Senado, Pío García Escudero, porque él «no ha sido renovado y sigue ahí».

A poco más de dos meses del cónclave popular, Aguirre no excluye disputarle el sillón al actual presidente si las propuestas de éste no le convencen. «Cerrar ahora esa posibilidad sería un desprecio a los 700.000 militantes y 3.000 compromisarios del congreso», afirmó. No obstante, como necesita 600 avales para ultimar este trámite (Madrid sólo tiene 208 compromisarios), admitió que «cualquier militante puede presentarse candidato, pero si la dirección nacional no está en ello lo tiene un poco difícil, para qué vamos a engañarnos».

La presidenta de Madrid marcó los límites de su posición política en esta etapa precongresual y lanzó este reto al presidente del PP en respuesta a preguntas de los periodistas y después de haber señalado que el congreso debe «reformular el mensaje» que el partido ha transmitido hasta ahora a la sociedad

Previamente, Aguirre hizo un discurso que supuso una enmienda a la totalidad de la política de la dirección popular en la pasada legislatura. Hizo un análisis de los resultados electorales muy distinto del que planteó Rajoy a la Junta Directiva Nacional la semana pasada y aseguró que el PP no ganó las elecciones a causa de sus errores. Le acusó de «rehuir los debates ideológicos» y «caer en las trampas» que le puso el PSOE, en lugar de defender sin complejos una política liberal que, en su opinión, es la clara seña de identidad del partido opositor.

Se declaró dispuesta a «dar la batalla» para que los españoles conozcan «la opción abierta, liberal y moderna» que representa el PP, pero dijo que no está dispuesta a mantener una actitud pasiva. «No me resigno a que el PP no dé batallas ideológicas», dijo, y añadió que tampoco se resigna a que los gobiernos populares sean excepción y su partido sólo pueda acceder al poder gracias a la abstención o la división de sus adversarios; ni a que «tengamos que parecernos al PSOE con un centrismo que ya está en la base del PP»; a que «me digan que soy conservadora cuando soy liberal» y «que nuestros adversarios políticos y mediáticos repartan carnets de buenos y malos dentro mi partido».

Entre la larga lista de sus reproches incluyó la posición que mantuvo el Partido Popular ante la Ley de Memoria Histórica y el matrimonio homosexual donde, desde su punto de vista, evitó entrar en el fondo del debate. Conviene recordar que Aguirre fue desautorizada por la dirección de su partido cuando se declaró a favor de las bodas entre personas del mismo sexo. En otro momento del foro exhibió con descaro su independencia de la línea oficial de su partido cuando pidió una reflexión sobre las penas para los delitos sexuales y dijo que no rechaza la cadena perpetua.

Ausencias

El acto de Esperanza Aguirre estuvo marcado por ausencias notables. Ni los históricos de la organización -Manuel Fraga o José María Aznar-, ni los máximos exponentes del PP que protagonizaron la política de este partido en el Gobierno y la oposición en la última década -Eduardo Zaplana o Rodrigo Rato-, ni los fichajes más recientes -Manuel Pizarro o Juan Costa- asistieron al trascendental discurso de Aguirre. Mariano Rajoy estuvo acompañado por su equipo de confianza -la portavoz y el comité de dirección del grupo parlamentario- y Ángel Acebes. Tampoco quisieron arropar a la líder madrileña sus homólogos de otras autonomías, de los que realmente depende el éxito en un congreso, pero, como contrapunto, contó con la total movilización del PP de Madrid y su equipo de gobierno en pleno.

Aunque dice que sus aspiraciones políticas «están archicolmadas» desde que fue nombrada ministra de Educación y Cultura (1996), está dispuesta a poner en jaque al PP antes de retirarse para «ejercer de abogada, escribir, dedicar más tiempo a la lectura e incluso ser tertuliana».