Mendoza se burla del «misticismo» de los 'best-seller' históricos
'El asombroso viaje de Pomponio Flato' ha superado los 100.000 ejemplares vendidos, diez días después de salir a la venta El escritor reconoce que «no es una novela seria, sino entretenida»
Actualizado: GuardarUna trama policíaca ambientada en la Galilea del siglo I, con el niño Jesús como contratista del detective. En estos parámetros se mueve El asombroso viaje de Pomponio Flato (Seix Barral), particular forma de Eduardo Mendoza (Barcelona, 1943) de decir «ya está bien» a la marabunta de bestsellers históricos que ha seguido a El código Da Vinci.
«Yo creo que queda claro que me burlo de esa mezcla de misticismo, religión y Carla Bruni» apuntó el autor durante la presentación del libro, que tuvo lugar en los restos del templo de Augusto (siglo I), punto más alto de la antigua Barcino. Mendoza subrayó que no es la novela de consumo lo que le molesta, ya que uno lee al fin y al cabo para «pasar el rato», sino «la repetición continua de modelos que han funcionado una vez».
José, presunto asesino
El asombroso viaje de Pomponio Flato narra como un patricio, Pomponio, llega por azar a Nazaret, donde ha sido asesinado el rico Epulón y el culpable está a la espera de ejecución tras un juicio sumarísimo. El dedo acusador señala al carpintero del pueblo, José, para más señas esposo de María y padre de Jesús. Será este último, totalmente convencido de la inocencia de su progenitor, quien le encomendará que investigue el caso. A través de cartas, Pomponio va dando parte de sus pesquisas a su amigo Fabio. Esta mezcla de géneros ya va por la tercera edición y ha superado los 100.000 ejemplares vendidos tan sólo diez días después de que saliese al mercado, el 27 de marzo.
«Esto no es una novela muy seria, sino entretenida», reconoció Mendoza , aunque puntualizando que «entretenido» no tiene porque ir ligado «falta total de uso del cerebro», como dan a entender ciertos programas de televisión. Se trata de «una broma intelectual», definió el escritor, quien también recordó que «el humor se parece más a un juego de manos que a una payasada».
Respecto a las referencias religiosas del libro, que define a Jesús como un niño «de corta edad, rubicundo, mofletudo, con ojos claros, pelo rubio ensortijado y orejas de soplillo», Mendoza manifestó no tener ni idea de si algún creyente pueda sentirse ofendido. «Yo me lo tomaría como una broma, igual que esos chistes que corren de catalanes, gallegos o judíos». Al igual que Cervantes era un gran conocedor de las novelas de caballería antes de escribir el Quijote, Mendoza no ha tenido problema en reconocer que no es ajeno a las novelas comerciales que parodia. «Hago zaping literario, pica-pica», dijo ayer el escritor. «Leo de todo y no tengo problemas en dejar una novela a medias o leer sólo unas páginas».