URBANO. Este complejo bodeguero de 14.000 metros cuadrados está en pleno centro de Sanlúcar.
Jerez

Ambición manzanillera

Los propietarios de Herederos de Argüeso diseñan un plan estratégico para relanzar esta bodega de Sanlúcar con el que reafirman su apuesta por el vino y desechan especulaciones

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Esta firma manzanillera, Herederos de Argüeso, es una de las más emblemáticas de Sanlúcar, y su presencia en la céntrica calle Mar es un signo de identidad que relaciona a la ciudad con su industria más importante y con el producto que ha servido para dar a conocer su nombre en todo el mundo.

Sin embargo, no hace todavía ni dos años que saltaron todas las alarmas y los colectivos sanluqueños pensaron que el último cambio en el accionariado en la empresa era el inicio del desmantelamiento de un negocio que se inició en 1822, cuando el burgalés León de Argüeso y Argüeso fundó esta bodega. Con los malos tiempos que corren para el negocio del vino y lo atractivo que resulta todo lo relacionado con el ladrillo, que los nuevos propietarios de este complejo en el centro de Sanlúcar vinieran del mundo de la construcción -liderados por la familia Ávila, propietarios de la promotora Avisur- no hacía presagiar nada bueno.

En la actualidad, cuando faltan pocos meses para el segundo aniversario de la compra de la bodega -fue en junio de 2006-, su nueva directiva se encarga de despejar las dudas y de proclamar de forma tajante: «Éste es un proyecto bodeguero, y de futuro». El encargado de hacer esta afirmación es el director general de la firma, José Antonio Sánchez Pazo, que llegó a esta casa en enero de 2007 procedente de otra gran bodega del Marco de Jerez, Sandeman, y que en este tiempo se ha dedicado a «analizar la situación de la empresa, estudiar sus ventas y analizar las posibilidades para poner en marcha una iniciativa totalmente ilusionante».

Sánchez Pazo transmite confianza en sus palabras y utiliza su propio ejemplo para dejar claro que «pese a los rumores de pelotazo urbanístico, aquí se ha gestado un proyecto bodeguero. Si no fuera así yo mismo no me hubiera arriesgado a embarcarme en esta aventura que es muy diferente a la labor que desarrollaba antes en Sandeman».

Él será el encargado de guiar los pasos de Herederos de Argüeso y cumplir la hoja de ruta que se ha diseñado para la casa, un plan estratégico a tres años que es «casi un plan de viabilidad» y que incluye diferentes estrategias.

Así, uno de los aspectos ha sido la reorganización interna «que se ha hecho poco a poco para adaptar el negocio a la venta de unas 100.000 ó 110.000 cajas de 12 botellas al año. «Para ello ha habido que prescindir de algunas personas, un proceso que ha sido doloroso pero que se ha hecho llegando a acuerdos, con conocimiento del personal y con apoyo de la plantilla», recuerda Sánchez Pazo.

Pero la faceta más importante del plan diseñado es la comercial, porque «nos hemos puesto como objetivo salir fuera, más allá de las ventas en Sevilla y Cádiz, y llegar a Andalucía Oriental y al resto de España, porque aunque las ventas no son muy importantes en lugares como Madrid, Barcelona o Cantabria, la estrategia es salir y estar ahí», explica el director general.

Para cumplir este objetivo, Herederos de Argüeso cuenta con el apoyo de nuevos distribuidores, la empresa afincada en Sevilla y que lidera, entre otros, Miguel Araujo, el que fuera gerente de La Guita antes de la compra por parte del Grupo Estévez y gran artífice de que esta marca sea la más vendida de todas las manzanillas.

En cuanto al aspecto enológico, también hay una revolución interna en la bodega de la calle Mar de Sanlúcar, sobre todo porque a principios de este año se sumó al proyecto otro viejo conocido de La Guita, el director técnico y enólogo José Carlos Garrido. «Era el perfil que buscábamos, porque es un profesional de reconocida trayectoria, absolutamente especializado en la manzanilla, y también tiene una faceta de optimización de la producción y de gestión de las compras con ahorro», subraya el director general de Herederos de Argüeso.

El nuevo enólogo de la casa será el que tendrá que gestionar y potenciar un patrimonio formado por media docena de marcas de manzanilla que está encabezada por la San León, a la que Sánchez Pazo calificó como «la mejor de Sanlúcar» y que cuenta con la solera más vieja. Por encima de ella, la San León Reserva de Familia, de la que sólo se llenan 3.000 botellas al año.

Pero la marca que más tienen en mente actualmente en la bodega es la de Las Medallas, porque «es la que queremos potenciar y la que puede estar en la misma línea y competir con las demás del mercado». Como explica el gerente de la casa, San León está en un nivel superior, y Argüeso, otra marca importante, es la que se va a destinar a las grandes superficies, sobre todo porque «es la más joven, de tres años».

Así, Las Medallas será la que tendrá que desarrollarse más y la que «tendrá que verse las caras con las marcas relevantes». Eso sí, Sánchez Pazo se muestra optimista porque «tiene mucha calidad» y porque «aunque el mercado no es fácil, el segmento de la manzanilla mantiene las ventas».

Así, paso a paso, seguirán este plan estratégico que «tal vez haya que cambiar por el camino», pero que cuenta con la ventaja de que «hoy por hoy existe una enorme identificación de nuestros productos con la mejor calidad».

Y es que para Sánchez Pazo el futuro está claro y no se basa en los volúmenes, sino en la calidad extrema. Así, entre otras cosas deja claro que «nosotros no creemos en el BOB -producción destinada a marcas blancas-».

Según el director general, la ilusión de los inversores está garantizad y la del equipo también. «Somos una de las mejores bodegas de Sanlúcar, pero aún podemos ser más grandes».

ppacheco@lavozdigital.es