Tierra sin oportunidades
Los movimientos de población son habituales desde que el mundo es mundo y se consideran síntomas claros de la situación de los lugares de origen y destino. De este modo, la salida de casi 250.000 gaditanos fuera de la provincia en la que nacieron es un dato que habla de falta de oportunidades del territorio para responder a las necesidades de sus habitantes. La cifra es tan elevada que podría decirse sin error que los gaditanos en el exterior, juntos, configurarían la ciudad más grande de toda la demarcación, como la colonia andaluza en Barcelona ha llevado a considerar a ésta la «novena provincia» de la comunidad autonóma.
Actualizado: GuardarLa población gaditana en la emigración, de acuerdo con los datos obtenidos, se resiste a alejarse en lo posible de su lugar de origen, y de hecho son las provincias limítrofes de Sevilla y Málaga las que concentran mayor número de residentes, mientras que, por el contrario, la cifra de cuantos marcharon al extranjero se limita a 17.831 personas. A pesar de ello, los gaditanos están esparcidos por todo el mundo, con una presencia que varía entre los 3.923 de Francia a los dos de Tanzania o uno en Vietnam. Cabe destacar del análisis el dato curioso de que Castellón, que aparece en el imaginario colectivo como un «Cádiz chico», sólo acoge a 3.687 emigrantes, en undécima posición entre los destinos de salida.
Es asimismo llamativo que buena parte de la población que se ve obligada a marcharse es joven, y ha de tomar la decisión por la dificultad de encontrar un empleo en la provincia. Un trabajo que, en muchos casos, ni siquiera es cualificado, ya que la mayoría son camareros, dependientes o peones. Pero no hay ni siquiera de estos puestos para atender la demanda del crecimiento demográfico. Otros se van también por la parte más alta de la banda, los trabajadores altamente cualificados, para los cuales la provincia se queda muy lejos de sus expectativas y, por su desarrollo industrial o tecnológico, resulta incapaz de dar cabida a que éstos desarrollen su formación. Se da, pues, la paradoja, de gastar recursos en formar profesionales de alto nivel en la universidad gaditana para que luego éstos se empleen en el desarrollo de otras zonas del país, o del mundo, en vez de lograr que ese caudal de conocimiento revierta en nuestra zona, que bien lo necesita.
Políticos, economistas y agentes sociales incluyen siempre en sus discursos la existencia de una pujante y joven pirámide de población como una de las principales riquezas de la provincia de Cádiz. Sin embargo, es una riqueza no suficientemente puesta en valor ni explotada. Es preciso que todos ellos se marquen como objetivo crear la cantidad de oportunidades precisas para lograr que nadie se vea obligado a marcharse y a abandonar sus raíces por no encontrar un lugar en su tierra.