ORIGEN. La calle ya consta con el nombre de Porvenir en el año 1854, cuando las autoridades locales así lo acordaron.
Jerez

Un jerezano porvenir de luces y sombras

La calle acogió este nombre en 1854 por ser la entrada a la ciudad desde Oriente y por ser un lugar pintoresco

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

La luz entra por un extremo y se va fundiendo conforme la calle se estrecha. Sol jerezano que se engalla cada mañana y que da de lleno en pleno Porvenir, hasta llegar a la zona donde los frondosos árboles apagan al astro rey. Distinguida como una de las calles más populosas del barrio de San Miguel, en el Porvenir se han entrecruzado siempre las vidas de las casas de vecinos con los palacios de fachadas cinceladas en la piedra. Y como fondo, la luz que arrasa en Madre de Dios y se apaga cuando se convierte en Angustias. Así es, populosa en Pañuelo de la Yedra y sobria cuando llegamos al azulejo de la capilla del antiguo Humilladero.

La calle ha cambiado demasiado. Al menos eso es lo que dice una vecina que se ha acercado a comprar unas frutillas en la nueva tienda de Nora, una marroquí que lleva quince años en España. «Antes -sentencia otra señora que se ha quedado mirando los nísperos de la frutería- éramos más sencillos. Pobres, pero auténticos. Ahora fíjate... los de siempre nos hemos ido a los barrios y los que llegan guardan la imagen por fuera mientras comen huevos fritos con papas para el almuerzo». Nora cambia el tema y comenta que lleva tan sólo unos meses con la frutería y que la luz de la calle le entusiasma «porque levanta el ánimo». También afirma que «muchas veces es necesaria la luz, sobre todo cuando las clientas se ponen demasiado quisquillosas y escogen los tomates a dedo. Gracias a la alegría que tenemos afuera aguantamos el tirón».

Las obras de hace unos cuatro años transformaron la calle. De una artería con mucho tráfico pasó a ser la boca del león que engulle los coches que van al aparcamiento subterráneo. En medio, un bulevar con palmeras un tanto despistadas todavía con la calle y sus gentes. Parece como si no se hubiesen adaptado todavía. Sin embargo, la que sí parece haberse hecho con la vida de Jerez es Tania, una de las últimas en llegar a la calle. De Marruecos pasamos a Rusia con tan sólo cruzar la mediana del bulevar. Llegó, vio y, al parecer, ha vencido a tenor de cómo tiene el bar. Son las diez de la mañana y la simpática Tania no para de poner cafés y de achicharrar panecillos de pan en forma de tostadas. Se trata del local donde estuvo la famosa pizzería Verona. «Llevo unos meses con el bar. Todos me decían que me equivocaba, que esto es era un local quemado por los anteriores propietarios. Gracias a la ayuda de un amigo, que es mi socio, montamos el negocio y mira el resultado. No paramos, afortunadamente», sentencia. En cuanto a la adaptación del clima gélido de su Rusia natal al calor y el sol que desprende el entorno de Porvenir, Tania comenta que le costó al principio. «No conocía ni la lengua ni el carácter. Parecía como si todos se rieran de mí. Vine porque me lo recomendó una amiga de mi pueblo en Rusia que ya estaba aquí, y casi me arrepiento. Sin embargo, conforme pasaban los meses iba cogiéndole el punto a la ciudad, y ahora estoy muy feliz», comenta tras una mirada tan celestona como el color de sus ojos. La rubia no tiene mucho tiempo y sentencia que el misterio del bar Tania está «en el buen servicio que ofrecemos. El personal es fundamental para que todo funcione bien. Yolanda y Débora, que son mis empleadas, son fantásticas», explica.

Fue en la parte más comercial donde Agustín Calderón decidió abrir su negocio Servitel, un lugar donde los televisores son destripados en quirófanos de la electrónica. Casi se puede parar la vida con sólo pulsar uno de los muchos mandos a distancia que hay en una vitrina. El problema es encontrar el botón exacto, y como en Servitel no se para de colocar antenas por esos tejados de Dios, nadie ha encontrado todavía la clave exacta para parar los tiempos y viajar al pasado.

El pasado

En cualquier caso, los libros nos han dejado un legado, y como no es necesario activar ningún botón para mirar lo que fue, estamos en condiciones de afirmar que Porvenir lo es desde 1854, cuando el Ayuntamiento así lo acuerda. Lo más probable es que adoptara este nombre por ser la entrada a la ciudad por la parte oriental. Una privilegiada situación si tenemos en cuenta que las crónicas dicen que había unas vistas y bellas perspectivas de la ciudad, consecuencia lógica del nivel un tanto más alto que el centro histórico. Sin embargo, también fue llamada como Egido o Acera del Convento de Madre de Dios, por tener en el pasado sólo la de la derecha. También se recogen en los archivos de la ciudad que la mitad de la actual calle se llamó Baluarte de las Angustias, al existir en este lugar un fortín.

Más tarde llegó a ser lugar de vecinos y de tabancos, como el que regentaba Ignacio en el número 2 de la calle, muy cercano a las Angustias. Más allá, en la esquina con Mariñíguez, estaba también uno de los muchos tabancos que tuvo Bodegas Cala en Jerez, hasta que, según cuentan, los empleados arruinaron los negocios porque de cada perra chica que entraba en la caja una y media se quedaba por el camino. Malos chicos.

Un hombre bueno

Todo lo contrario del número 7, donde hace ya más de cuarenta años habitaba Juan Palomino, conocido bodeguero jerezano y mejor persona. Todos los días, este señor salía al paso de los muchos pobres que se acercaban a él. Un señor que conoce la calle de toda vida lo hace público muchos años después. «Tenía una ventanita también donde muchos iban con los recibos del agua y la luz. Jamás decía que no a quien le pedía algo», subraya. De Juan Palomino cuentan que ayudó a tantos jerezanos necesitados por la decrepitud de la época que muchas veces se agolpaban en largas colas a las puertas de su casa para encontrar el auxilio necesario. Después, este edificio fue vendido al doctor Luis Gasca, conocido ginecólogo de la ciudad, donde tuvo su consulta durante algunos años. El médico se fue de la casa y, a su partida, comenzó una obra que todavía sigue varios años después. Corrió la leyenda urbana de que Gasca se la vendió a Julián López, El Juli, pero el caso es que el dueño casi secreto ha paralizado las obras de reforma y los sacos de cemento duermen el sueño de los vencidos. El Juli no ha sido, o al menos no se le ha visto el pelo por aquellos pagos.

Dejamos la bonita casa del número 7 y observamos cómo Porvenir se estrecha cuando llega hasta la calle Granados. Ha sonado una imaginaria campana porque el trayecto ha acabado. Las frescas sombras de los árboles agradan al viandante cuando llega Las Angustias. La ermita del antiguo humilladero aparece al lado derecho. Un azulejo un tanto descolorido de la Dolorosa se deja ver y los hermanos entran y salen de la casa de hermandad. Siempre hay trajín en la cofradía. Calle Porvenir que daba paso al Jerez más selecto. Quien prefiera la luz y el calor del sol lo puede disfrutar en Madre de Dios. Si por el contrario se persigue otro ámbito más mate, cerca de las Angustias tiene un Porvenir mucho más refrescante. Elija usted.