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Sufriendo sabe mejor

El Xerez se impone en el clásico ante el Cádiz con un gol de Yordi en el minuto noventa y tres Los azulinos fueron superiores, pero un tanto de Dani en el ochenta y cinco complicó la victoria

SALVA GALVÁN
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No era justo. Los azulinos no merecían perder, no habían hecho méritos para acabar la jornada metidos de lleno en el fango por culpa de una puñalada trapera del Cádiz. El xerecismo no se podía creer que el conjunto cadista fuera el que le diera la puntilla, el que le empujara por el precipicio, el que otra tarde más le amargara la existencia. Fueron ocho minutos. 480 segundos de sufrimiento que Chapín los padeció como si fueran toda una vida de angustia. Se hicieron eternos, pero la explosión azulina fue tremenda. Años y años habían pasado desde la última vez que se cantó de esa manera un gol. Parecía que el Deportivo había logrado la permanencia, que había subido a Primera, que se llevaba la Liga. Jerez cantó el gol con la rabia del torturado. Con el entusiasmo de una afición más esperanzada que nunca y que ahora sí piensa que su equipo puede permanecer un año más en Segunda División.

Y es que en esos ocho minutos los azulinos padecieron y disfrutaron la grandeza del fútbol. Vieron cómo el Cádiz les empataba un partido que los xerecistas debían ganar holgadamente, para luego elevar a los altares del xerecismo a un Yordi que les devolvía a la vida con un gol, cuando se habían superado tres minutos de los noventa reglamentarios.

El Xerez fue superior

Los azulinos impusieron su ley desde el primer minuto de juego. Nunca dejaron la responsabilidad a un Cádiz que a duras penas enlazaba un par de pases. Los amarillos prácticamente no asomaron por la portería que defendía Porato. Todo lo contrario que un Xerez que, ya antes de que se cumpliera el primer minuto de juego, había tratado de perforar la meta de Contreras. Exactamente se cumplían 27 segundos de partido cuando Pedro Ríos disparaba a la media vuelta desde la frontal. El cuero se marcha a unos metros de la escuadra.

El jerezano era el abanderado de un Deportivo que buscaba las zonas blandas del Cádiz por las bandas. Allí, en el carril diestro, Perico se sacó brillo ante un Gonzalo Vicente que se veía desbordado una y otra vez.

Por la banda izquierda, el dúo formado por Mendoza y Momo también golpeteaba con un incesante chorreo de centros hacia Yordi. El isleño estaba muy marcado por César y De la Cuesta, y por ello tomaron el protagonismo los centrocampistas que se incorporaban al ataque.

En el bando contrario el bagaje ofensivo se limitaba a Natalio. El pequeño media punta se escabullía entre líneas para tratar de encontrar un poco de oxígeno, y en uno de los pocos despistes defensivos de los azulinos logró recibir solo dentro del área. Trató de lucirse y buscó la escuadra, pero Porato tiró de palomita para mandar la bola a córner.

Flojo ataque amarillo

Con ese lanzamiento se cerró el grifo del Cádiz. Sólo se volvería a abrir con el gol del Cádiz, pues ni Gastón Casas, ni Bangoura, ni Kosowski aportaron luz en el negro caminar cadista. La vista se nublaba ante los constantes e incesantes ataques azulinos. Sin hacer daño de verdad, pero de manera regular, alternado ocasiones de verdadero peligro. Pedro Ríos y Mendoza se toparon con la madera antes de que se llegara al descanso. El lateral con un centro que golpeó por encima el larguero, y el interior diestro con un magnífico cabezazo que repelió con violencia un poste que impidió que el balón acabara en el fondo de la portería.

La segunda parte empezó con calma hasta que el canario Aythami encendió Chapín con un gol de empuje. El central tuvo toda la decisión que le faltó a Abel Aguilar y mandó al fondo de la puerta del Cádiz un balón sin dueño que rondaba el área chica tras un saque de esquina.

Con el marcador de cara y ante la tímida reacción de los amarillos, el Xerez se apoderó del cuero, del centro del campo y aprovechó los espacios mejor que nunca. Esteban inició el proceso del banquillo, y como siempre, introdujo en el juego la velocidad de Carlos Calvo. El madrileño generó una contra con igualdad y quiso regalarle un gol a Pedro Ríos, pero el jerezano no brilla por su efectividad en los mano a mano con el portero. El control se le fue largo y la definición fue mala, pues desaprovechó una ocasión clarísima para aumentar la ventaja en el marcador.

Faltaban siete minutos para que el crono llegara al noventa y fue el momento en el que Dani apareció en el partido. El tercer despiste defensivo de la tarde costó el único tanto cadista. El delantero sevillano definió a la perfección ante Porato un balón largo que desequilibró a los defensas. Dani mandó callar a la afición del Xerez, a Calderón y despidió con alegría a una hinchada del Cádiz que ya abandonaba el estadio. Y es que los amarillos se fueron de Chapín pensando que habían empatado el derbi. Igual que unos jugadores que ya daban por muerto a los azulinos, ya se relamían por sacar un punto de terreno rival cuando Yordi dijo su última palabra. El isleño, que prácticamente no había aparecido en el partido, sacó su carácter para rematar con el alma un centro desde la banda derecha de Pedro Ríos. Contreras no pudo detenerlo y el xerecismo explotó desparramando el azulino por todo Chapín. La celebración llegó a tal extremo que ni la expulsión de Yordi -que vio la segunda tarjeta amarilla por levantarse la camiseta- tuvo importancia alguna.

A pesar de que los resultados no acompañaron demasiado, los azulinos acabaron a dos puntos de la salvación, lugar en el que permanecerán pase lo que pase hoy.

sgalvan@lavozdigital.es