La magia gallega apagó la embestida cadista
Emilio Viqueira dio ayer un auténtico recital de pases frente a un Parri que no fue capaz de imprimir fluidez
Actualizado:Tenía que aparecer y lo consiguió en el momento oportuno. Dos trabajadores del centro del campo se citaban en el césped del Municipal de Chapín y sólo uno podía salir victorioso. Uno puso el oque, la calidad, y el otro desperdició un gran escenario para erigirse como el cerebro de su equipo. Viqueira y Parri, Parri y Viqueira. Dos jugadores de calidad superior que ayer partían como determinantes en los intereses de sus equipos, pero que acabó con uno glorificado y el otro, damnificado.
Y es que el mago gallego comienza a hacerse a la categoría. El reencuentro ha sido duro, y Esteban encima le hace correr. Sin embargo, el compostelano no está defraudando al técnico malagueño del Xerez y, con la ayuda de Aguilar y Samuel en la retaguardia, se ha convertido en aquel jugador que asombraba con su visión de juego.
Cierto es que en los primeros minutos parecía cohibido por el nerviosismo generalizado en el derbi, pero con el paso de los minutos se hizo cargo del peso ofensivo del equipo. Todo balón parado era lanzado por el gallego, la fluidez del juego del Xerez salía de sus botas y los centrocampistas del Cádiz no se ponían de acuerdo para cubrirlo.
De uno de esos balones parados llegó el primero de la tarde, obra de Aythami. Desde larga distancia incluso cometió la insensatez de intentar superar a Contreras desde el centro del campo, pero ayer la afición le permitía todo. Fue perdiendo fuelle con el tiempo y a falta de diez minutos Esteban le dio descanso, un más que merecido descanso.
En el lado contrario estaba Líbero Parri, que volvía al once titular cuatro semanas después. El valenciano no terminó de ga-narse la confianza de nadie, ni tan siquiera de su entrenador, que lo sustituyó en la segunda mitad. Y lo hizo porque con Parri el juego del equipo fue, simplemente, patético. Parri no sólo no pudo dirigir el ataque cadista, que ni lo hubo, sino que se encontró desbordado por todos lados. Su papel en defensa fue prescindible y aportó pocos argumentos para cambiar la negativa opinión que despierta.