Opinion

Ahora nos cabreamos

Primero enarbolamos la bandera de la tolerancia, la reinserción y todas esas cosas bonitas que tanto nos gusta decir cuando no haya nada que nos afecte directamente o nos llegue a asustar de verdad. Cualquiera que nos conozca pensaría que una de dos; o somos más tontos que nadie al pedir una segunda y hasta una tercera y cuarta oportunidad para con los terroristas, asesinos, violadores, traficantes, etc. O realmente somos muy buena gente, aunque eso me parece que sólo nos lo creemos nosotros mismos.

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Parece como si quisiéramos apiadarnos de toda la porquería que habita entre nosotros y curar así nuestros pecados demostrándole al mundo que sabemos perdonar y que por eso no se puede castigar drásticamente a los que incumplen la ley. Pero, claro, eso es una forma lejana de ver los problemas y las desgracias, porque cuando las sentimos de cerca, cuando somos nosotros las víctimas de estos indeseables, entonces sale la verdad, la lógica y la razón. Y es ahí cuando pedimos que se castigue justamente a los que nos impiden vivir en paz, es ahí cuando reclamamos que todo el peso de la ley recaiga sobre quien ha incumplido ésta. No sabemos actuar en el momento, es decir, antes de que los problemas acucien. Así ha ocurrido con la detención del asesino de Mari Luz, ahora pedradas a la Policía, pedir la pena de muerte, la cadena perpetua, etc., pero mañana ya ni me acuerdo, como no nos hemos acordado de que este monstruo había abusado hasta de su hija, después lo había vuelto a intentar con otra menor y todo ello sin ni siquiera pisar la cárcel. Algún día quizás pensemos en la cadena perpetua.

Ginés Rojas Avilés.

Chiclana