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La ruptura atlantista de Sarkozy

Los socialistas presentan una moción de censura para denunciar el regreso de Francia al núcleo duro de la Alianza

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LA oposición socialista ha presentado una moción de censura a «la ruptura atlantista» de Nicolas Sarkozy para denunciar el regreso de Francia a la estructura militar de la OTAN anunciado por el presidente conservador. La iniciativa, que será respaldada por comunistas y ecologistas en un debate parlamentario el próximo martes, no tiene ninguna posibilidad de prosperar ya que el centroderecha cuenta con mayoría absoluta en la Asamblea Nacional (Cámara de Diputados).

El primer intento de censura en la 'era Sarkozy' pretende alertar de «la peligrosa ruptura» del heredero lejano del general De Gaulle con «el consenso nacional que prevalecía sobre los principios de independencia militar y estratégica de nuestro país». «La apertura de negociaciones sobre el retorno de Francia al mando integrado de la OTAN, la comprensión exhibida hacia la funesta intervención estadounidense en Irak y el discurso pronunciado por el jefe del Estado ante el Congreso americano han colocado los hitos de una alineación atlantista global», añade el texto de la moción.

El Partido Socialista (PS), opuesto también al envío de tropas a Afganistán, opina que «Francia perdería su libertad de elección en el mundo» y se encontraría «ligada a una doctrina de bloques que siempre ha recusado». Además condena la iniciativa de un «hombre solo», que «humilla al Parlamento» y revela su idea de la democracia: «Un ejecutivo, ejecutores».

La estrategia de los socialistas trata de aprovechar las fisuras surgidas en la mayoría gobernante, donde los guardianes históricos de la memoria de De Gaulle perciben una traición al estadista que en 1966 se retiró del mando integrado de la Alianza Atlántica en nombre de la soberanía nacional. Se trata de «meter una cuña», ha explicado el ex primer ministro Laurent Fabius, autor de la definición de Sarkozy como «el caniche de Bush».

La pérdida de la principal seña de identidad de la política exterior francesa, tras 42 años de desafiante silla vacía, es costosa de asimilar en la UMP conservadora entre quienes siempre han batallado contra el vasallaje a Estados Unidos. Los partidarios de seguir sin ocupar el asiento no quieren poner en peligro «el particularismo de Francia para hacer oír su voz», como expone Guy Tessier, presidente de la comisión parlamentaria de Defensa. «Podemos decir en alto a los americanos lo que muchos de nuestros aliados piensan en bajo», argumenta el conservador.

En el minoritario centro no sarkozysta, François Bayrou está persuadido de que si París renuncia a su «autonomía de juicio» en el seno de la OTAN, «el conjunto de Europa se encontraría en situación de alineación» con Washington. Desde su punto de vista, fuera del mando integrado, Francia dispone de «una voz libre y capaz, como se ha visto en Irak, de resistir a un cierto número de presiones y de opciones estratégicas que no son las nuestras». «La vocación de Francia es ser no dócil», dice el líder del MoDem centrista.

Socialista tránsfuga, el ministro de Asuntos Exteriores, Bernard Kouchner, cree que los detractores del acercamiento de Sarkozy a Estados Unidos «se equivocan de época» y «no han comprendido que el mundo ha cambiado». «Yo respeto mucho al general De Gaulle y su decisión en un mundo cortado en dos bloques por la guerra fría. Ahora la OTAN no es la misma. Es una alianza de 26 países que se presta en Afganistán y Kosovo a operaciones de paz con la ONU.