MUNDO

Ni amigos, ni enemigos: sólo intereses

El ministro de Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, fue preguntado por las imágenes que mostraban a Zapatero solo en la cumbre de la OTAN, en el salón de sesiones. Contestó no tener «nada que decir» al respecto, por carecer la situación «de mayor importancia» o trascendencia.

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Tenía razón. Las reuniones de la UE o de la Alianza no son tertulias de amigos. Puede haber, como en su momento sucedía entre Felipe González y Helmut Kohl, un trato personal más fluido que facilita la búsqueda de soluciones cuando resulta difícil casar intereses. Porque en estas reuniones, quienes se sientan a la mesa no son ni amigos, ni enemigos, sino depositarios de intereses que hay que defender bien.

A la cumbre atlántica, Zapatero ha venido como un actor secundario. No estaba en su mano diseñar líneas de actuación en los temas de la agenda, porque España no es un país en condiciones de dar giro alguno a los grandes elementos en discusión. El líder del PSOE no estaba en condiciones de jugar ese órdago: ni representa a un Estado con peso para plantarle cara a Bush en una cuestión estratégica de la que no es un actor directo, ni sus relaciones personales con su homólogo norteamericano lo hacían aconsejable para los intereses de los europeos que defendían otras conveniencias que las de Bush.

El problema es que el presidente español en funciones, como antes les pasó a otros, no habla idiomas. Pero eso no degrada el peso de España como socio en las tomas de posición, ni obstaculiza los contactos necesarios. Porque cuando verdaderamente hace falta estar seguro de las palabras, hasta los jefes de Gobierno que dominan idiomas hacen uso de los intérpretes.