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A vueltas con la gravedad
La performance 'Tarzan Standing Leg' inauguró ayer la programación de El Hervidero donde las acrobacias y el espectáculo aéreo fueron los protagonistas
Actualizado: GuardarTirar por tierra la Ley de la Gravedad que hizo tan famosa a aquella manzana que le cayó encima a Newton, fue el objetivo ayer en Cádiz. El primer intento: un señor encaramado a una pared. Al parecer, no todo lo que sube baja.
No daban crédito en el centro de la ciudad. «Un hombre está colgado en la fachada de El Palillero». Esta es la sorpresa con la se encontraron los viandantes que ayer al mediodía paseaban por la zona. Ni era un trágico suceso, ni tampoco el hombre araña. Johan Lorbeer llevaba a cabo su performance entre el asombro del público que lo miraba. Durante dos horas, el profesor de Bellas Artes de Berlín permaneció suspendido a tres metros del suelo. Tarzan Standing Leg, título de la obra, pretendió mostrar, según el autor, a un ser humano normal y corriente a quien la ley de la gravedad no parece que le importe ni le afecte.
Lorbeer, que trabaja habitualmente en la ejecución de performances, películas e instalaciones artísticas, ofreció dos pases más de su Tarzan suspendido, un espectáculo que se encuentra dentro del campo de las still-life (vida móvil). El berlinés lleva 15 años trabajando esta modalidad que lo lleva a mostrarse en lugares inusuales de un núcleo urbano.
El Hervidero inició su programación de esta manera y continúo con otros intentos para hacer de todas las teorías de atracción terrestre papel mojado.
Ahora le tocaba el turno al parkour. Gran expectación. La Caleta y la Plaza de Mina reunió a un importante número de público. Algunos por casualidad, ya que pasaban por allí, otros por afición.
Descubrir el parkour
«No sé lo que hay, me he encontrado a la gente y la música y nos hemos acercado». Rosa reconoció que no tenía ni idea de que existía un deporte en el que los participantes -traceurs- se desplazaban dando giros y volteretas. «Las niñas -sus nietas- se han acercado y yo he venido tras ellas». A su lado, Kaky, entusiasmado, comentaba que conocía la existencia del parkour, lo duro que es su entramiento y lo espectacular de la ejecución de los movimientos. Todo un experto, pero qué remedio. Su sobrino es Camacho uno de los cinco chicos que participaba en la exhibición de La Caleta y, posteriormente, en la Plaza de Mina.
Tras finalizar el espectáculo junto a la playa, le tocó el turno al escenario ubicado tierra adentro. Los traceurs gaditanos se dirigieron al centro de la plaza, custodiados por operarios de la organización para que los asistentes respetaran el límite de seguridad, para ofrecer a los allí presentes una pequeña muestra de su habilidad.
Farolas, palmeras, bancos,... todo les sirvió a estos acróbatas para tomar impulso y volar.
«Envidio la sensación de libertad, esa que deben sentir cuando despegan los pies del suelo», contaba Ana sin apartar los ojos de los cinco que no paraban de dar saltos, hacer piruetas y moverse de aquí para allá casi sin pisar el piso. Aunque le encanta ver la facilidad con la que Camacho y sus compañeros practican este deporte, cree que es peligroso y «tienen que estar muy preparados para que su cuerpo aguante».
Movimientos imposibles
Algunos de los más jóvenes que se encontraban en la Plaza de Mina intentaban imitar los movimientos casi imposibles que ante sus ojos se estaban llevando a cabo.
Todos a la farola, último salto. «Por fin terminó un día agotador», resumió Carlos, otro de los traceurs, cuyo rostro colorado y sudoroso por el esfuerzo de dos exhibiciones consecutivas daba buena fe de ello. «Ahora toca reponer fuerzas para la próxima, el 23 de mayo en la catedral».
Sin embargo, la jornada continuó. Tras el parkour, sigue el show ingrávido. El espectáculo aéreo Sueños de Luna, de la compañía madrileña Kanbahiota, conquistó al público congregado, esta vez, en la Plaza de San Antonio.
A la diez de la noche, ya era hora para poner los pies en la tierra y para calmar los vértigos. Para poner fin al día, el grupo de hip hop Hipnotik Sound System ofreció un concierto en el Baluarte de la Candelaria.
imruiz@lavozdigital.es