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Europa frena la ampliación de Bush
La cumbre de Bucarest apuesta por la tesis franco-alemana frente a la de EE UU, que quería el rápido ingreso de Ucrania y Georgia en la Alianza La organización atlántica se extiende a los Balcanes con Croacia y Albania
Actualizado: GuardarGeorge W. Bush quería que su última cumbre de la OTAN como presidente de Estados Unidos cerrara el arco de la virtud democrática en torno a Rusia, con la entrada en la organización de tres países de los Balcanes occidentales y la puesta en puertas de hacerlo de Ucrania y Georgia. Pero ayer comprobó cómo sus ambiciones se veían degradadas, ante la inflexibilidad de sus principales aliados del Viejo Continente en lo que concierne a los dos grandes países de Europa central, y la firmeza griega sobre las pretensiones macedonias.
La reunión del Consejo Atlántico concluyó en la capital rumana con un balance mitigado. El importante encuentro, efectivamente, cursó una invitación formal a Croacia y a Albania para que se adhieran a la organización. El acontecimiento tendrá lugar muy probablemente el próximo año, cuando venza el proceso de ratificación que ahora se pone en marcha en los dos nuevos socios y los demás aliados. Macedonia, en cambio, no alcanzó a salvar el veto griego, a cuenta de sus disputas bilaterales sobre el nombre del país.
Por lo que a Ucrania y Georgia respecta, la cumbre terminó asumiendo la posición germano-francesa, apoyada por un nutrido grupo de socios europeos entre los que figura España, en el sentido de que ambos países tienen abierta la puerta, y que su adhesión tendrá lugar «un día», pero que su preparación resulta por el momento insuficiente para garantizar una integración no problemática en la organización aliada.
La reunión de Bucarest convino en reevaluar la adecuación de ambos países para integrarse en la OTAN el próximo mes de diciembre, pero es poco probable que, para entonces, Georgia haya resuelto sus disputas territoriales con las secesionistas Abjasia y Osetia del Sur, cuyas pretensiones son apoyadas por el Kremlin, y que en Ucrania la opinión pública muestre una actitud más favorable hacia la Alianza.
Miles de ucranianos se manifestaban ayer tarde en Kiev contra la organización atlántica para reafirmar su oposición al abandono de la órbita moscovita. En realidad, y bajo la retórica determinada de la OTAN sobre el futuro más o menos próximo en su seno de Ucrania y Georgia, lo que verdaderamente subyace es el tiempo que los europeos han ganado para reconsiderar la situación, un tiempo que sitúa próximos pronunciamientos al respecto cuando la Casa Blanca esté ocupado por un nuevo inquilino. Europa verificará entonces si esta parte del legado político de Bush es elevada a la categoría de estandarte por su sucesor, y obrará en consecuencia.
En la capital rumana, el presidente ucraniano, Victor Yushenko y el ministro georgiano de Exteriores, David Brakadze, calificaban ayer la decisión aliada de «histórica» y de «triunfo», pero lo cierto es que tienen pocos motivos para cantar victoria. En Bruselas, la comisaria de Exteriores, Benita Ferrero-Waldner situaba ayer mismo a Ucrania en el ámbito de la «política europea de vecindad», donde está, sin perspectivas claras de adhesión a plazo a la UE.
Acuerdo con Rusia
Y la Europa comunitaria se prepara, en su conjunto, para negociar a partir de junio un complejo y trascendental acuerdo con Moscú, que creará un nuevo marco comercial y de cooperación de los Veintisiete con Rusia para un periodo mínimo de una década. Buscar un acuerdo favorable a los intereses europeos con el Kremlin irritado porque la OTAN hubiera ofrecido a Ucrania y Georgia una hoja de ruta para la adhesión constituía, probablemente, una labor imposible.
En las reticencias a los objetivos de Bush han pesado también, sin duda, los convenios bilaterales que Berlín mantiene con Moscú sobre aprovisionamiento energético, entre los que destaca la construcción del controvertido gasoducto que enviará gas natural hacia territorio alemán.
La penetración de la OTAN en los Balcanes se ha visto reforzada en esta cumbre con el ofrecimiento a Bosnia Herzegovina, Montenegro y Serbia para evolucionar desde la condición de partenariado para la paz en la que se encuentran, a una de diálogo intensificado, precursor del Plan de Acción para la Adhesión (MAP) que constituye la antesala del ingreso.
Mientras, el escudo antimisiles norteamericano obtuvo un apoyo claro, y Estados Unidos y la República Checa, donde va a estar situado un radar muy sofisticado para la detección primaria y la definición de la trayectoria de cohetes enemigos en las primeras fases de su lanzamiento, hicieron público, al margen de la cumbre, el acuerdo final sobre el proyecto.