Deslucida lidia de Valdefresno
El trabajo de El Capea con el toro más noble de la tarde fue aceptable, y la pelea de Matías Tejada, interesante
Actualizado:Dos veces enterró de salida los pitones el primer toro de Valdefresno. En ambas cobró sendos volatines completos. Sin embargo, cumplido de dos varas y con sangre hasta la pezuña, empezó a apoyar mal. Y a soltarse de manso en cuanto tocó retratarse. El sector exigente de Sevilla protestó por el toro, pero no se se sabe si por manso o por flojo. Antonio Barrera se estuvo siete minutos en el coso sin que ocurriera nada. Hasta la hora del arrastre. Arrearon a destiempo el impecable tiro de la Maestranza, el toro estaba sin enlazar y se espantaron las mulas. Los mulilleros demostraron su soberbia pericia para resolver el embrollo.
El segundo valdefresno lucía el pelo de la dehesa. Acalambrado, sin fuerzas, perdió las manos en un tirón de lance y volvió a perderlas bajo el peto de pica. La presión calentita se multiplicó ahora por dos. Toro al corral. Cuarenta minutos después de empezar la función asomó el segundo de corrida. Segundo bis, un sobrero del Conde de la Maza, mulato y salpicado, ofensivo, con mucho trapío. 580 kilos. No mal hecho. Abanto de salida, frenado a capotes, las manos por delante. Agresivo al revolverse, hizo sonar los estribos en una primera vara, no apretó en la segunda, cortó en banderillas y fue toro de los que hacen sufrir. Desparramó la mirada, midió al torero. En turno estaba Matías Tejela, que no pudo llegar a ganarle por la mano al toro. Un pinchazo, una estocada soltando el engaño. Dura prueba.
El tercero, muy noble, fue de suave son. Codicioso de partida, a pesar de haber estado a punto de volverse al asomar; fijo en el caballo, de buen galope en banderillas. Lo habían sobado mucho con el capote, y había escarbado, pero se dejó bien. El Capea brindó al cónclave, tanteó por las dos manos antes de amarrarse y dispuso enseguida del toro. Tres tandas de seguro temple con la derecha. El toro punteó un poquito y enseguida empezó a abrirse. A punto de rajarse estaba cuando lo cuadró con oficio El Capea. Una buena estocada.
Segunda mitad
Los tres de la segunda mitad fueron más toro que los tres primeros. Mansearon a modo los dos últimos. No tanto el cuarto. Barrera se arrodilló a destiempo para saludarlo con una larga en tablas, el toro se le vino encima y se libró de milagro. Gracias al quite de una gorra de un portero primero y del capote de Pepín Monge después. La faena fue un destajo en toda regla. Los muletazos de Barrera fueron como escopetazos. Sin aire el toro, literalmente molido a pases. Una estocada legal.
El quinto se picó poco y tomó la muleta descompuesto. A su aire estuvo. Sin que a Tejela se le viniera más idea que la de esgrimir tarascadas. Desordenado pero breve. Un pinchazo perdiendo el engaño, otro, una estocada caída. La prontitud y la ligereza del sexto no fueron tanto para tomar las telas y pelear como para buscar los terrenos de su querencia: chiqueros. Rajado en toda regla, vino a aconcharse en tablas de toriles. Donde quiso se estuvo el toro y ahí fue a buscarlo sin fe ni ganas de pelearse El Capea. Una excelente estocada en la suerte contraria.