Es noticia:
ABCABC de SevillaLa Voz de CádizCádiz
Tribuna

Reafirmando desigualdades (hombre y mujer)

La igualdad de derecho (derivada del marco legislativo) entre géneros se está consiguiendo paulatinamente desde la instauración de la democracia y la transposición de la legislación europea a ámbito estatal.

RAFAEL CAMPOS
Actualizado:

De esta igualdad de derecho se debiera derivar la igualdad de hecho, si bien la realidad tristemente nos recuerda que el establecimiento de leyes no siempre es suficiente para que lo regulado exista en la vida cotidiana de las personas, en este caso de las mujeres en general y de las Enfermeras en particular.

Esta igualdad formal sigue propiciando el desarrollo de un mecanismo de defensa del modelo social androcéntrico, constituido por la creencia general de que la igualdad entre mujeres y hombres está conseguida. Situaciones como las que viven las mujeres Enfermeras en la Clínica San Rafael, que no las mujeres Médicas ni Administrativas, (por lo que además puede afirmarse que existe una discriminación de género y de clase), no hacen sino recordarnos que dicha igualdad puede ser una imagen ilusoria y, en ocasiones, muy lejos de la realidad.

Estas situaciones no hacen sino reafirmar la necesaria pertinencia de género, lo que implica que ninguna medida laboral, norma, etcétera, es neutra al género ya que tiene un resultado, un efecto diferente en los hombres y en las mujeres, por lo que cada medida que se ponga en marcha reducirá o aumentará esta desigualdad.

En otras palabras la discriminación de las mujeres no tiene su causa en el sexo biológico, es decir, una causa natural y difícilmente modificable, sino en el género y tiene un carácter cultural e ideológico, que sí es modificable.

Además estas situaciones pretenden por un lado conseguir una determinada imagen que no tiene que ver con la profesión de las Enfermeras sino con el hecho de ser mujer. Y por otro lado reafirmar precisamente un estereotipo ligado a una imagen de las mujeres Enfermeras como profesión. Coexiste por tanto una doble discriminación ser mujer y ser Enfermera. No se conoce ningún caso en el que los Enfermeros hombres hayamos tenido que llevar un uniforme que atentara contra nuestra dignidad o nos reafirmara en una posición jerárquica inferior, algo que si ocurre en este caso, pues por un lado este uniforme con un determinado largo de falda, convierte a las mujeres en objetos que deben ser «agradables a la vista» y por otro el uso de la cofia, pretende situarlas en pleno siglo XXI como «sirvientas» de no sabemos quién.

A quién le importa que sean universitarias desde hace largos años, que publiquen tesis doctorales, que investiguen, que en breve accedan al título de Grado Europeo o Licenciatura... parece que en la sanidad privada la productividad de las enfermeras debe medirse no por sus conocimientos científico-técnicos y la calidad de los cuidados que prestan, sino por su voluntad de usar un uniforme incómodo que le limita enormemente cualquier actividad.

Todo ello lleva a pensar que además de la lógica infracción de la Ley orgánica 3/2007 para la igualdad efectiva de hombres y mujeres, este asunto va más allá de la ley porque hiere la dignidad de las mujeres y Enfermeras, alcanzando niveles a los que se atribuye como una situación de acoso:

« Constituye acoso por razón de sexo cualquier comportamiento realizado en función del sexo de una persona, con el propósito o el efecto de atentar contra su dignidad y de crear un entorno intimidatorio, degradante u ofensivo».

Igual desde un punto de vista estrictamente jurídico puede ser discutible, no así desde luego desde un punto de vista ético.

Llamamos a la responsabilidad de quienes deciden sobre uniformes, que aparte de cumplir los requisitos de funcionalidad, comodidad, etc. constituyen ineludiblemente una imagen. La de las Enfermeras merece, como mínimo, el trato digno de cualquier otra profesión. Quién no lo haga así no solamente merece nuestra reprobación, sino que incumple la Ley. Los responsables públicos que se jactan por esa igualdad también tienen una ocasión de oro, y la obligación, para hacerlo con el ejemplo de impedir y corregir estas situaciones. Nosotros no cesaremos hasta conseguirlo.