Atentos a la gran pantalla
El bar A lo Nuestro es centro de reunión de muchos cofrades jerezanos y, en estas fechas, lugar para los aficionados a los toros
Actualizado:Carlos Lechuga tiene un bar con sabor a palio. A canasto de paso Cristo o a cera rizá. Cartelería cofradiera y un sinfín de imágenes que están enmarcadas en las paredes. «Es un bar de copas, y a la vez también es un sitio muy cofrade. Todo es posible», comenta desde la puerta del bar en la plaza del Clavo.
Lechuga lleva tres años con las puertas de bar A lo Nuestro abiertas. «Justamente en estos días se cumplen los tres años», añade. El caso es que este lugar colocado también en un sitio tan cofradiero como es la calle Tornería cuando se llega a la zona de Clavo y Eguilaz, no tenía más remedio que tener un cierto halo a cofradía. Es como una isla donde casi se puede tocar y oler el azahar durante todo el año.
Pero como faltan meses para que llegue de nuevo los primeros entrenamientos de costaleros y las tertulias cofrades proliferen en el mostrador de nuestro protagonista, ahora, en A lo Nuestro, los que no faltan son los aficionados a los toros que cada tarde se llegan al bar a ver la corrida del abono sevillano que la plataforma digital emite todas las tardes por televisión. «Fue un línea que tomamos desde que abrimos. Aquí también somos aficionados. Así que los toros nunca faltan en el bar cuando los televisan los canales de pago. Vemos varias ferias Hay muchos aficionados que se llegan a esta hora», subraya.
Menta poleo
Justo cuando dan las seis y media de la tarde suenan los clarines de la Maestranza por la tele y los primeros aficionados comienzan a llegar. «Es una pena que esto no lo den los canales normales. Pero, bueno, venimos aquí y nos tomamos una menta poleo», comenta Juan Diosdado, que cada tarde no falla ante la pantalla rectangular de A lo Nuestro.
Hoy no ha venido Juan Clavijo. Otro gran aficionado que no se pierde ni una. El grupo se sienta alrededor de una mesita y Carlos Lechuga ni pregunta. «Son de ideas fijas, siempre se pide lo mismo», aclara. Hoy estarán todos atentos. Torea el Cid con los de Victorino Martín. Ahí es nada. Cuando el de Salteras corra la mano y acune el natural bajo, cuando el de Victorino arrastre los hocicos por la arena del coso del Baratillo, los aficionados se levantarán de sus asientos en los tendidos de Sevilla. En A lo Nuestro, algo parecido habrá ocurrido porque se vive casi como en la plaza. Lechuga se encarga de ello.