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IGNACIO MARTÍNEZ DE PISÓN ESCRITOR

«Para poder olvidar, primero hay que recordarlo todo»

El reconocido autor de 'Dientes de leche' participa esta tarde en las 'Presencias Literarias' de la UCA

DANIEL PÉREZ
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Tenía veinte años cuando dejó dos originales de La ternura del dragón, su primer libro de cuentos, en Anagrama y Tusquets. Eligió esas editoriales porque le pillaban de camino a la facultad. Apenas un mes más tarde ambas se ofrecieron a lanzar al mercado el título que habría de situarlo entre los principales valores de una generación de jóvenes literatos plagada de nombres peregrinos, pero con unos cuantos supervivientes consolidados. Dos décadas después, tras Carreteras secundarias, El tiempo de las mujeres y Enterrar a los muertos, está claro que ninguno tiene ni su historial ni su prestigio.

-'Dientes de leche' reincide en dos de los puntos en común de toda su producción: la familia y los últimos años del Franquismo y los primeros de la democracia. ¿Qué hay de nuevo?

-Creo que esta novela es el producto de la suma de dos líneas: la intimista, que practicaba antes de Enterrar a los muertos; y la que reflexiona sobre la historia. Es la culminación, la fusión, de dos tendencias personales y creativas.

-¿Cuál fue el desencadenante?

-Quería contar la trayectoria de una familia a lo largo de varias generaciones. Me faltaba el detonante. Y lo encontré en Zaragoza, cuando visité una torre en la que están enterrado 3.500 fascistas italianos que lucharon en nuestro país. Fue el pie.

-¿Por qué esa insistencia en diseccionar la familia? ¿Y por qué siempre la Transición?

-Para mí la familia es el gran tema, porque determina la relación primera del individuo con las personas que habrán de dar sentido a su vida o que se lo niegan; los que te rodean cuando te preguntas quién eres, siendo un niño. En cuanto a los 70 y 80, es porque es mi época. La que me marcó. La influencia de la historia se explica en el contexto de la necesidad de contar los destinos individuales de las personas como parte de un destino colectivo. También les concede humanidad. Pero la novela siempre es el reino de la subjetividad.

-Elegir como protagonista a un fascista italiano, ¿es una forma de obligar a los lectores a ver esa parte de la historia desde un punto de vista un tanto incómodo?

-Elegí como protagonista a un fascista italiano, alguien con quien no tengo nada en común, precisamente para intentar ver qué hay dentro de una persona así, ponerme en su lugar, aspirar a entender sus razones. A los lectores se les pide lo mismo.

-O sea, que hay que mirar hacia atrás, pero desde todas las perspectivas...

-Hay que mirar atrás. Eso está claro. La mayoría de los italianos vinieron a España por dinero. Los brigadistas internacionales que pelearon con la República defendían la democracia. Todos eran personas. La memoria es necesaria. Para poder olvidar, primero hay que recordarlo todo. dperez@lavozdigital.es