¿Qué será de Cádiz con Zapatero?
Ayer se constituyó una nueva legislatura de las Cortes Generales por la que el señor Rodríguez Zapatero asume por otros cuatro años la presidencia del Gobierno. Un Gobierno que conoceremos en los próximos días y que tendrá la responsabilidad de gestionar una herencia bastante más precaria que la que recibió del PP hace cuatro años. La economía española se desacelera desde hace nueve meses como ya ha venido advirtiendo el equipo económico popular, circunstancia que ha sido negada y edulcorada por el presidente, su gobierno y los socialistas hasta que han pasado las elecciones y que ahora ya todo el mundo reconoce, y además se pronostica que lo peor aún está por llegar. Desde el Gobierno se nos pretende vender que esta crisis no afectará tanto a España porque tenemos un superávit que amortiguará lo negativo de esta situación, cuando lo que este superávit no elimina son las consecuencias de la crisis como el incremento galopante del paro, el incremento del precio del dinero de las hipotecas, y de los precios de productos de primera necesidad (pan, butano, leche, etc.), del hundimiento del sector inmobiliario y de la construcción que arrastra a miles de proveedores, empresas pequeñas y autónomos para los que voces autorizadas pronostican unas pérdidas de 1,2 millones de empleos en este sector y cierres de empresas, así como la caída del consumo que abocará al cierre de más de 80.000 pequeños comercios.
Actualizado: GuardarLa constatación de que el superávit que tenemos no nos aislará de la crisis nos la acaba de dar el secretario de estado de Hacienda al informar que sólo en los dos primeros meses de este año el superávit del Estado se ha reducido un 27,5%. Y lo peor vendrá después porque la economía española no crecerá al 3,1 %, como ha previsto el Gobierno en los Presupuestos Generales del Estado, sino que ya hay análisis de la propia Moncloa que bajan esta cifra al 2,5% e incluso por debajo del 2%, con la repercusión negativa que ello tendrá por las previsiones contempladas para el cálculo de ingresos y gastos de los Presupuestos. Con estos datos el Gobierno no puede mantener que estamos en la «champions league» de la economía europea ni seguir ocultando la importancia y gravedad de esta crisis, cuyo final se pronosticó interesadamente y sin rigor para esta primavera, augurándose la remisión del paro y la desaceleración y una pronta estabilización económica, que lejos de producirse, está alcanzando cotas alarmantes con las subidas del precio del dinero para las hipotecas que están ya al 4,7%, lo que las harán subir en 50 euros semanales, en contra de las previsiones del Gobierno y que el BCE ha advertido que subirán aún más. También sube a cotas de los tiempos de Felipe González la inflación que nos hace perder poder adquisitivo y lo peor es que los analistas afirman que aún no hemos tocado fondo. Y lo más sorprendente es que todos los pronósticos del Gobierno se hacen por previsiones basadas más en deseos de ocultar la realidad que por actuaciones concretas o medidas económicas para salir de esta situación.
Desde el Partido Popular se apuesta por un equipo económico fuerte porque la economía será el eje central de nuestra oposición al Gobierno socialista. Rajoy quiere recuperar la economía como prioridad en esta legislatura y continuar el camino marcado por Rodrigo Rato, convencidos de que productividad y fiscalidad son pilares fundamentales para la bonanza económica. Para complicar más la situación tenemos la exigencia de CIU de una financiación diferenciada y especial para Cataluña, consecuencia de su Estatut y también del especial y favorable cupo vasco y navarro con inversiones extras para compensar otros apoyos políticos. Ante esto nos preguntamos qué va a pasar con las comunidades autónomas pobres y con la solidaridad entre regiones prevista por la Constitución. No podemos admitir que en las regiones más ricas se invierta mucho más en detrimento de las más pobres porque ello lo que hace es aumentar aún más las diferencias. En estas circunstancias de tratos especiales, en función de intereses electorales y políticos, tenemos que exigir un trato igualitario con la deuda histórica de Andalucía. No es de recibo que Cataluña la cobre al contado y sin regateos y para los andaluces no se exija a Zapatero, como hacía Chaves con Aznar, como si la cuantificación y su pago dependiera de que el Gobierno fuera amigo o adversario político.
Nos tememos lo peor para nuestra provincia de Cádiz, para la que se otea un futuro al menos incierto ante la realidad de que ocupamos los últimos lugares en cuanto a empleo, economía y calidad de vida, y lo peor son las perspectivas de futuro ya que si el Gobierno ha dicho que quiere hacer frente al incremento galopante del paro con las obras públicas, nos preguntamos en qué se va a invertir en nuestra provincia tras la paralización del segundo puente, la lentitud injustificable del desdoble de la A-48 (Vejer-San Roque) y de la N-IV, la ralentización y bajada de categoría de la Alta Velocidad y el abandono de las conexiones por ferrocarril de las dos Bahías. Sin proyectos de infraestructuras, el Estado invertirá muy poco en nuestra provincia y esto es lo peor que nos puede ocurrir en estos momentos. Por lo que desde la oposición exigiremos la reactivación de estos proyectos y ofreceremos todo nuestro apoyo para hacer que Cádiz abandone el furgón de cola de la economía española.