Morir con dignidad
Nadie debería tener que mendigar para que le suministren una dosis de Pentotal con la que poder acabar con su sufrimiento. Nadie. El caso de Chantal Sébire, la mujer francesa que padecía un tumor nasal degenerativo, ha reabierto de nuevo el debate de la eutanasia en algunos países. El derecho a una muerte digna no es más que pura palabrería, un derecho que ni jueces ni políticos se atreven a materializar. Incluso, hay gente que intenta desviar la atención de lo sucedido diciendo que Chantal no tenía por qué haber implicado al Estado en su suicidio, ya que, al no ser tetrapléjica, ella misma podía haber acabado con su vida sin la ayuda de nadie.
Actualizado: GuardarEstos comentarios que tanto se escuchan a mi juicio son desacertados y sólo buscan no afrontar el problema de la eutanasia. Una muerte digna no es morir matándose, sino morir como ella decía: «Rodeada de mis hijos, amigos y médicos, festejando el viaje antes de dormirme definitivamente al alba». Quiera Dios que nunca nos veamos en su misma situación para que, encima, luego nos critiquen por lo malos que fuimos en vida por desear morir con dignidad. . Marisa Puente. Cádiz