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Calle Porvera | A vueltas con las motos

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Unos dicen que ha sido un fracaso, que se ha demonizado a los moteros y que los bares han perdido más dinero que otros años. Un compañero me dice que un amigo suyo, que vende hielo y que estos días del Mundial suele hacer bastante caja, este año sólo ha tenido suerte con sus clientes de la avenida de Arcos y en alguna gasolinera de la Ronda Este. Y todos se llevan las manos a la cabeza y empiezan a afilar los cuchillos.

Luego está la alcaldesa que saca toda la artillería para negar la mayor, para dar datos que apuntan que las ganancias económicas en la ciudad y su zona de influencia han sido incluso mayores que en otras ediciones y se mantiene en sus trece: Jerez no puede convertirse en una ciudad sin ley por la llegada de las motos. Lo cierto es que se han visto menos moteros que nunca por el centro, y que también es verdad que muchos bares se han quedado con la mesa puesta, esperando su llegada. Pero tampoco se puede obviar que otras zonas de la ciudad han tenido negocio de sobra en lo que parece ser un reparto equitativo de la riqueza y de las oleadas turísticas en Jerez. A saber: la Semana Santa es la gallina de los huevos de oro para el centro, mientras que estos dos últimos años la Motorada se ha reconducido a los extrarradios. Luego está la Feria, que ni para uno ni para otros, porque en el Real casi todos tienen su caseta.

Y aunque hay que poner en valor que el GP de Jerez es único, que la simbiosis con la ciudad es lo que lo hace preferible por los visitantes y habría que adaptar el dispositivo y las restricciones, no es menos importante garantizar la tranquilidad y seguridad de los vecinos. Se lo digo yo, que vivo en plena avenida de Arcos y llevo dos años poniendo en práctica una paciencia infinita.

ppacheco@lavozdigital.es