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El pederasta de El Puerto vive sus últimas horas en libertad ante el estupor de los vecinos

Los residentes de la calle Adelfas están indignados con su presencia y exigen que lo metan en prisión por seguridad

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Benjamín Lora disfruta de sus últimas horas de libertad antes de ingresar en prisión para cumplir una condena de cuatro años y medio de cárcel por siete delitos continuados de abusos sexuales a menores.

Este periódico adelantó ayer que el pederasta pidió ante el juez del nº 1 de lo Penal que le diera unos días para reorganizar su vida antes de entrar en prisión.

Esta petición frenó la intención primera de la autoridad judicial de que se ejecutara la pena de manera automática tras dictarse de voz la sentencia condenatoria, dada la gravedad de los hechos y la alarma social que genera este caso en la gente.

Pero los vecinos no están nada conformes con esta decisión judicial y hay quien advierte de que no sabe si perderá los nervios si se lo encuentra por la calle.

Hasta el pasado lunes, Benjamín Lora realizaba su vida con total normalidad ante la perpleja mirada de los vecinos, que ni siquiera se atrevían a saludarlo. Bajaba el perro e incluso compraba en algunos de los establecimientos del barrio. Pero, poco a poco, el acusado ha ido recluyéndose cada vez más en su domicilio, donde los vecinos aseguran que vive con su mujer y tres hijos.

Ayer, apenas se atrevió a bajar a la calle unos minutos y no sacó a pasear al perro como solía hacer cada tarde. «Ya lo vemos menos, pero es mucho mejor así», sentenció otras de las vecinas.

Pero no son sólo los vecinos los que están indignados por la presencia del pederasta. Los padres del colegio Sericícola, ubicado a escasos metros de la vivienda de Benjamín Lora, también han mostrado su preocupación por el retraso de su entrada en prisión.

En libertad con cargos

Este medio intentó ayer de nuevo hablar con el acusado, pero Benjamín Lora huyó en cuanto se percató de la presencia de la redactora y del fotógrafo.

Benjamín Lora siempre había negado su implicación en los hechos, hasta la semana pasada, cuando admitió su culpabilidad para alcanzar una sentencia de conformidad sin celebrar juicio.

Cuando estalló el caso, el juez decidió dejarlo en libertad con cargos porque no había más pruebas que el testimonio de siete niñas. Pero a lo largo de la instrucción se fueron aportando pruebas que reforzaron el testimonio de las pequeñas, motivo por el que finalmente ha sido condenado.