El cine español busca su sitio
Concha Velasco, José Corbacho, Silvia Munt o Luis San Narciso abordan la situación del sector y analizan sus perspectivas de futuro
Actualizado: GuardarLa cesta de la compra está por las nubes, las inmobiliarias cierran, los sueldos se estancan... Hasta la típica propuesta cine, cena y copa empieza a cambiarse por DVD, hamburguesa y palomitas de microondas. La crisis hace mella en el bolsillo, pero también en la taquilla. Y si tiene acento español, peor. Según los últimos datos del Instituto de Cinematografía y de las Artes Audiovisuales (ICAA), el cine importado en 2007 perdió más de cinco millones de espectadores respecto al año anterior al contabilizar 116 millones. Sí, es algo generalizado. Pero, una vez más, la industria nacional sale mal parada: los resultados de 2007 arrojan un saldo negativo, con una cuota de mercado del 13,4%, dos puntos menos que en el ejercicio anterior, y una merma de tres millones de espectadores (15,5 millones de personas frente a las 18,5 millones del año anterior). Y todo pese al auge de títulos como El orfanato, de Juan Antonio Bayona, que consiguió evitar males mayores con un planteamiento poco explotado entre los realizadores locales.
Quizás esa sea una de las claves: renovarse o morir. Actores y directores, de hecho, no dudan en animar tanto a productores, distribuidores y exhibidores como a compañeros, en una apuesta más firme por arriesgar y por innovar en un sector en el que Estados Unidos lleva la voz cantante. Unos desorbitados presupuestos y una marcada vocación comercial son sus principales bazas.
«En Estados Unidos, igual que venden armas o coches, venden películas, y le dedican mucho tiempo y muchos medios a la promoción. Aquí ya hay gente por la labor, pero simplemente para que el público se entere, no se trata ya de vender mejor o peor el producto, sino de que se sepa que de la decena de estrenos que puede haber un viernes en la cartelera, hay dos o tres películas españolas. Eso hay que hacerlo y hay que aprender a hacerlo», sostiene el actor y director José Corbacho.
Otros canales
Pero, ¿es la competencia norteamericana la única amenaza del cine español? Parece que no. Tanto los intérpretes como los propios cineastas apuntan a un cambio de hábitos. A su juicio, la diversificación televisiva y los nuevos canales audiovisuales van ganando cada vez más terreno como soporte de consumir ficción.
«Asistimos a una revolución de formatos. El cine no es una ciencia exacta, a veces necesita reinventarse. Quizás ahora habría que apostar más por las tv movies y las producciones para DVD», propone la actriz y directora Silvia Munt. En su opinión, lo que prima actualmente es el «gusto televisivo» y eso, entiende, también se está plasmando en la gran pantalla.
«Tenemos que intentar reajustarnos. La crisis del cine es algo generalizado, todas las taquillas del mundo van mal. El problema es que las multinacionales lo copan todo y ya se sabe que el cine no es un deporte nacional, es un ocio de lujo, para masas está la televisión y el DVD», advierte la también guionista.
La comodidad y el ahorro, tal y como está ahora el patio económico, son buenos avales. Además de los contenidos, claro. En el terreno del humor, por ejemplo, se nota especialmente la competencia. «El problema que tiene ahora la comedia costumbrista, que es la que yo hacía en los años sesenta, es que la tenemos en televisión. Las series hacen ahora ese género, por ejemplo, Los Serrano, Aída, Los hombres de Paco... Y competir con eso en las salas de cine es muy difícil», constata la actriz Concha Velasco.
Aunque no será por falta de historias. «Las hay a millones en este país», asegura Corbacho. «La gente quiere ver películas, lo que está claro que está cambiando el hábito de ir al cine, hay otras pantallas, otros formatos de consumo. Es una industria que se tiene que adaptar», añade.
Puede que el primer paso sea quererse más. En eso coinciden tanto actores como directores. «España es el único país que habla mal de sí mismo en su propio país. Haría falta más apoyo de nosotros mismos», opina Concha Velasco.
De momento, la Ley del Cine contempla la obligación de que las salas dediquen un 25 por ciento de su programación a películas españolas y comunitarias. Es un comienzo. Aunque algunos no las tienen todas consigo. «Considerando el cine como una industria, ahí no sólo entramos actores y directores, sino también todo lo que significa hacer una industria: exhibidores, distribuidores, productores... Una vez, el maestro Berlanga dijo que hasta que el cine no pertenezca más al Ministerio de Industria que al de Cultura, probablemente no habrá una industria potente, y a lo mejor van por ahí los tiros», comenta el director de Tapas, que está a punto de estrenar en Málaga su segunda película, Cobardes. «Volvemos al lugar del crimen», bromea.
Corta presencia
También Silvia Munt echa de menos el respaldo. «Hace falta más cariño y más mimo hacia nuestro cine», indica. La actriz y directora pone como ejemplo el trato en los medios e incluso en las propias salas. «Con suerte, puedes estar en el periódico y en las vallas un día, el del estreno. Es muy raro que una película española se mantenga más de un mes en la cartelera. El público se ve atraído por productos más vistosos o que quizás se venden mejor», afirma.
En este aspecto, títulos recientes como El orfanato o Mortadelo y Filemón: Misión salvar la Tierra, o más lejanos como las diversas entregas de Torrente han sabido jugar bien las cartas. Y no les ha ido nada mal. Tampoco a otros más innovadores como Rec, una «obra maestra» según el actor malagueño Lucio Romero, que participará en la nueva entrega de la serie La que se avecina y en julio estrena en Madrid Ellos robaron la picha de Hitler. A su juicio, el talento está precisamente en hacer un buen trabajo con pocos medios. Sin contar con el «atrevimiento» de explorar nuevos géneros. Y la tendencia parece que comienza a calar.
«El cine español está empezando a arriesgar y va abriendo brecha con una apuesta fuerte por el cine fantástico», atestigua el director Francisco Javier Gutiérrez. Puede hablar con conocimiento de causa. Este joven cordobés debuta en el largometraje con Tres días, un thriller apocalíptico en el que ha confiado como productor Antonio Banderas. «Él quería hacer algo distinto y apostó por nuestro proyecto, pero no todos los productores lo hacen, ya sea por miedo o por complejo», recuerda Gutiérrez, convencido de que la clave está en «demostrar que se pueden conseguir resultados de calidad abriendo la mentalidad».
Para Xavi Puebla, que estrenará la próxima semana en Málaga su segundo largometraje, Bienvenido a Farewell-Gutmann, el problema está en los objetivos comerciales. «Los productores buscan películas para un público determinado, entre quince y veintitantos años. Aún hay quien cree que hay películas que no pueden funcionar fuera de ese público y de ciertos géneros, hace falta más apertura de miras», recomienda el joven cineasta, que destaca, no obstante, la confianza que los productores empiezan a depositar en las nuevas generaciones.
Apuesta por debutantes
Para prueba, la del próximo Festival de Málaga-Cine Español, que entre el 4 y el 12 de abril estrenará ocho óperas prima. «Eso ya dice mucho», subraya José Corbacho, que además recuerda la pasada edición de los Premios Goya, en la que «también ha habido mucha gente que debutaba, incluso a nivel de técnicos. Hay muy buena base».
Quien lo sabe muy bien es el director de casting Luis San Narciso, uno de los más reconocidos en el panorama nacional y que precisamente se encuentra inmerso en la última película de Pedro Almodóvar. Considera que los actores españoles «tienen raza y muchas ganas», y se toman «muy en serio lo que hacen» por la «precariedad» que suelen sufrir a la hora de trabajar.
Y es que no es precisamente fácil sacar adelante una película. A pesar de que los nuevos formatos han abaratado algunos costes y, como señala Xavi Puebla, «han democratizado el cine», sigue siendo una inversión importante.
Un camino difícil
De ahí que, más que una profesión, el séptimo arte deba tomarse como una vocación. «Hace falta mucha fe y pasión», reconoce Xavi Puebla, que lleva casi diez años detrás del proyecto para levantar Bienvenido a Farewell-Gutmann, por el que se ha hipotecado y ha llamado a las puertas de numerosas productoras. Ahora espera que Málaga le ayude.
Como explica Concha Velasco, el festival malagueño «ha conseguido que en sólo once años no sólo las películas que ganan sino también algunas de las elegidas, ya sean cómicas o dramáticas, tengan un gran éxito de taquilla».
Entonces, ¿hay realmente crisis? «Siempre se ha hablado de crisis, pero lo cierto es que cuando hay buenos proyectos la gente va a verlos. Lo que se necesita es mucho apoyo para que las cosas se conozcan y se publiciten, más apoyo al cine español», concluye Velasco.