Kabul no confía en Bucarest
Afganistán apenas deposita esperanzas en que la OTAN decida incrementar su presencia e involucrarse en la lucha contra el terrorismo de los talibanes, en la cumbre que celebrará esta semana en la capital rumana
Actualizado: GuardarEl viejo y abandonado aeropuerto de Kabul es ahora un coqueto edificio azul y blanco en el que un gran cartel que reza Welcome to Kabul da la bienvenida a los cientos de viajeros que aterrizan cada día. Tras muchos años de uso restringido para vuelos militares, ahora está abierto a las compañías privadas que, debido a los problemas de seguridad para moverse por carretera, han florecido y aumentado su oferta a destinos nacionales e internacionales. Un control de pasaportes con cámaras para fotografiar a cada recién llegado, una Policía debidamente uniformada, aún sin desprenderse de los trajes grises de invierno pese a la buena temperatura; una cinta para equipajes y hasta un diminuto 'duty free' completan un paisaje de normalidad que continúa cuando el taxi enfila rumbo al centro de la capital y no da un solo brinco porque la carretera está, por fin, asfaltada.
En la radio, el comentarista habla de la cumbre de la OTAN y de la posible llegada de más tropas a suelo afgano. Este país seguirá con mucha atención el encuentro de Bucarest, pero no se hace grandes esperanzas al respecto porque, como ya ocurrió en cumbres pasadas, Kabul parece demasiado alejado del resto del mundo. Hoy es Bucarest, pero hace tan sólo dos años todas las miradas estuvieron puestas en Londres, donde se firmó el Acuerdo de Afganistán y los países donantes acordaron una ayuda de más de 7.000 millones de euros. El resultado de estas grandes citas, sin embargo, no acaba de plasmarse sobre el terreno.
Se cumplen siete años desde la caída del régimen talibán y, aunque Kabul empieza a mostrar una cara distinta en lugares como su aeropuerto, los informes de agencias no gubernamentales como Intermon Oxfam no son positivos y alertan de que «Occidente falla en el reparto de las donaciones y hay al menos otros 7.000 millones de euros prometidos pendientes». A este retraso en las ayudas hay que sumarle la burocracia en las instituciones locales.
Lo que tampoco se ha podido consolidar en estos años ha sido la seguridad. La OTAN cuenta con 40.000 soldados en Afganistán, pero sólo las tropas de EE UU, Reino Unido, Canadá, Holanda y, en el futuro próximo, parece que Francia, están en las peligrosas zonas del sur. El resto, entre ellas las españolas, no parecen dispuestos de momento a aumentar su presencia y, mucho menos, aceptar misiones en los bastiones talibanes.
La inseguridad ha hecho que los afganos no puedan prácticamente viajar por carretera en su país, pero ha afectado también a los miembros de las distintas organizaciones presentes en Kabul, que desde el atentado de enero contra el que parecía intocable hotel Serena, han restringido sus movimientos y reforzado la vigilancia.