ROMPE BARRERAS. Raúl, que igualó los 290 goles de Santillana, lideró la victoria del Madrid. / EFE
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El Real Madrid minimiza al Sevilla y asesta un nuevo golpe a la Liga

Liderado por un gran Raúl, que igualó los 290 tantos de Santillana con un gol magnífico, se aleja siete puntos del Barça y mantiene la distancia con el Villarreal

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Tras el sonado batacazo del Barça y con el Villarreal dispuesto a dar guerra, el Madrid salió a por todas frente a un timorato Sevilla, con una actitud diferente a la de otros partidos y sabedor de que era una final que había que ganar sí o sí. Como había dicho Raúl, el primero en predicar con el ejemplo al trabajar como un stajanovista, era obligado volver a convertir el Bernabéu en un fortín para no dejar escapar el campeonato. Ciertamente, los blancos recuperaron ese espíritu que en el tramo final del curso pasado les permitió ganar el título con Capello. Fueron mucho mejores y firmaron un triunfo convincente que les acerca al título y calienta el debate sobre el '7' y la selección, ya que el capitán marcó un golazo e igualó la marca de 290 tantos en competición oficial que poseía el gran Santillana.

Con el oficio de Heinze, soberbio en los cortes y autor del gol que encarriló el triunfo, el equilibrio de Gago, los pases de Sneijder, las genialidades de un Guti esta vez enchufadísimo y la omnipresencia de Raúl, el Madrid superó con creces a un rival que se acostumbra peligrosamente a la derrota y sigue a cinco puntos de la zona Champions. No fueron ni su sombra los de Nervión, superados en la técnica, el músculo, el alma y la resistencia.

Schuster apostó al final por Higuaín como segundo punta, adelantó al 7 y prefirió a Robben en lugar de un Robinho muy bajo en los últimos compromisos. El Madrid golpeó enseguida y lo hizo a balón parado, una maldición para los dubitativos y contemplativos hispalenses esta temporada. Sneijder tocó de maravilla, había hasta tres jugadores locales en fuera de juego, pero Heinze sorprendió desde atrás.

Ritmo altísimo

El partido se convirtió entonces en un correcalles delicioso para los aficionados y preocupante para los técnicos. El Madrid siguió presionando con fuerza -Raúl bajaba casi hasta su área en persecución de Keita y Robben se cambiaba de banda para encimar a Capel--, con un ritmo altísimo, y debió sentenciar pronto. Pero Higuaín, aunque luego marcaría el tanto de la tranquilidad, dejó patente, una vez más, que está peleado con el remate final.

Brillaban los de Schuster pero su juego era demasiado alocado ante un rival que arriba tiene a Kanoute y Luis Fabiano. Se equivocó Manolo Jiménez al ubicar de salida como volante a Dani Alves, ya que el brasileño necesita más recorrido, y tuvo que rectificar mediada la primera parte al introducir a Navas. Fue casual, pero cinco minutos después de este cambio llegó el empate. Varios rechaces y volea con la zurda da Kanoute, que rozaba el fuera de juego.

Raúl, empero, se encorajinó y tardó poco más de un minuto en desnivelar de nuevo la contienda con un golazo. Recibió de espaldas un buen pase de Sneijder y, ante la pasividad de la zaga, se dio la vuelta y la clavó con la zurda por la escuadra. Hizo los clásicos gestos reivindicativos y el Santiago Bernabéu clamó al cielo de Madrid su presencia en la selección.

Como era evidente, el segundo tiempo se jugó a menor velocidad. El Sevilla quiso pero nunca pudo y los de Schuster, ahora sí, subieron tocar sin prisas y gobernar con solvencia la situación. Se sucedieron las ocasiones y cuando la afición ya se impacientaba y la tomaba con Higuaín, el Pipa acertó al tocar al fin un pase extraordinario de Guti y cerrar la noche. La Liga vuelve a ser más blanca y de ahí los festejos finales de los jugadores.