Tres Mil años y un día | Los moteros reivindican
Actualizado:Cafres y ricos». Así han llegado a calificar algunos portavoces oficiales a los moteros, ante las reivindicaciones de este sistema de transporte que a veces se convierte en deporte hermosísimo y otras en circo imprudente. Como ocurre, respecto a ambos casos, durante el fin de semana en torno al circuito de Jerez de la Frontera.
Mientras Pedrosa y Lorenzo tendrán que emplearse a fondo en la pista, no menos de 3.000 agentes de tráfico vigilan el desarrollo de esa otra competición externa, con el ojo público de 18 helicópteros, 79 radares y 20 equipos de control de alcoholemia. Esta romería metálica que presumiblemente atraiga a 55.000 motos hasta la pretendida «ciudad habitable» de Jerez, no sólo aporta una ración extra de riesgo y colorido, sino también de negocio: no menos de 130.000 aficionados se desplazan en estos días al entorno de la catedral del motociclismo español: se calcula que los beneficios netos de la Motorada, en su conjunto, podría oscilar en torno a 50 millones de euros, cifra nada desdeñable.
Que una veintena de jinetes eléctricos haya sido pillada este fin de semana y en los alrededores de la Bahía de Cádiz, trasegando más octanos de alcohol de la cuenta, no deja de constituir una ilustre minoría. Más allá de la pura y dura aplicación de la ley mediante controles policiales, resulta prometedora la campaña de análisis de alcoholemia que, a título voluntario, se ha promovido este año y con motivo del Gran Premio de España de motociclismo. La participación del legendario Angel Nieto en esta iniciativa o el sorteo de un casco entre los moteros que se sometan de grado a dichas pruebas han servido como adecuado aliciente para incentivar lo que la prudencia, de por sí, tendría que promover.
Pero no conviene colocar el foco estrictamente sobre los excesos, como los que volvieron a llevar a quemar neumáticos y montar el número en el extrarradio de Jerez durante el fin de semana. Lo cierto es que, más allá del tópico, este colectivo es carne de cañón por más que cuatro payasos arrojen otra imagen bien distinta sobre la generalidad del mismo. El pasado 15 de diciembre, por ejemplo, más de 12.000 moteros se manifestaron alrededor de 17 localidades españolas, ante unas cifras de vértigo: 450 muertes a lo largo del año 2007. En tan escalofriante estadística, cabe reseñar que el 47 por ciento de dichos fallecimientos se produjo al chocar los conductores contra los quitamiedos. Pero no sólo se enfrentan a un desenlace fatal, ya que en muchos siniestros estos supuestos sistemas de protección provocan amputaciones entre los motoristas. Y aunque se suele cargar las tintas sobre ellos, lo cierto es que el análisis de los accidentes refleja que tres de cada cuatro de ellos son ocasionados por segundos o terceros vehículos que no respetan las señalizaciones. Así que entre piruetas y algarabía, el colectivo -a través de organizaciones como Unidad Motera o Mutua Motera-lleva años peleando con la Dirección General de Tráfico y con los gobiernos autonómicos para que se hagan eco de sus reivindicaciones. A saber, la instalación de la llamada doble bionda en los guardarrailes para evitar mutilaciones, el uso de pinturas antideslizantes para las señales horizontales -que se está ejecutando en las carreteras pero no en las ciudades-y mejora en las señales verticales, cuyos barriletes de plástico no han resultado efectivos frente a esta sangría.
Los moteros han alcanzado acuerdos medianamente satisfactorios en comunidades próximas como Ceuta o Extremadura. También, en Andalucía, donde hay un compromiso aparentemente serio de revisar 2.900 kilómetros de carretera. La consejera de Obras Públicas Concepción Gutiérrez del Castillo se comprometió recientemente a que, a corto plazo, al menos la mitad de la red viaria quedará adaptada para las motos, con una inversión de 4.000 millones de euros hasta 2013 en la red de alta capacidad y en conservación y seguridad. Pero, a cambio, se exigirá la concienciación de los usuarios, una misión que tendrían que asumir las asociaciones moteras.
Sin embargo, estas últimas desconfían en líneas generales del plan que la DGT presentó el pasado 10 de diciembre para intentar reducir los accidentes de motos. A juicio de los usuarios de este medio de transporte, se trataría de un plan descafeinado, que no recoge sus reivindicaciones y que ni siquiera incluye aspectos básicos como mejorar la formación de los futuros conductores. Tampoco les ha satisfecho el amago de elevar la edad mínima para conducir ciclomotores a los 15 años o el acceso progresivo al carné de motos que se basa en cilindradas y no en tramos de potencia, como hasta ahora.
La guerra de los moteros no se reduce a concentraciones o conversaciones al más alto nivel con los responsables públicos. Han planteado batalla en la red con juegos on-line que sirven para plantear sus demandas y denunciar su largo y a menudo kafkiano pulso con la administración. La web Me parto contigo, por ejemplo, recibió 30.000 visitas durante su primera semana en la red. Desde su denominación, latía una denuncia: la eliminación de los guardarraíles es un problema básico para los motoristas pero muchos lo consideran un asunto secundario que suscita bromas. Quizá porque la tribu de las motos, en el fondo, constituyan una minoría étnica.
A todo gas, pero minoría.