Situación límite

Un nombre -David Vidal- está en boca de todos los que tienen buena memoria y saben lo que este personaje significó en la historia reciente de la entidad cadista. Pesimistas, realistas, escépticos, y profetas de pacotilla coinciden en señalar que el gallego nos puede meter en un buen lío, si el equipo se presenta en Jerez con otra derrota en su casillero. Será entonces cuando salten todas las alarmas porque ya se sabe el interés añadido (y enfermizo) con el que los vecinos jerezanos se toman estos partidos.

Hemos pasado -en un abrir y cerrar de ojos- de una campaña en la que una inmensa mayoría de los periodistas situaban a los amarillos en la pomada por el ascenso -una semana sí y otra también- a otra en la que el derrotismo es el leit motiv de cualquier análisis, encuesta o estadística.

Ya que hay que vender todo lo que lleve el nombre del Cádiz, hagámoslo ahora desde la óptica del sufrimiento. De una campaña que se las prometía muy felices, con el ínclito Muñoz dedicado al aceite de oliva y Baldasano con ganas de hacer aquí lo que no pudo con el Real Madrid (de buena se libraron en el Paseo de la Castellana), hemos pasado a un período en el que la perdiz pasa de aturdida a mareada conforme los protagonistas abren el pico. Por si todavía hubiera alguna duda, ya sabemos que el romance entre el técnico y la plantilla pasó a mejor vida. Ahora, las dos partes andan enfrascadas en una lucha egoísta por ver quién salva la cabeza de cara a la próxima temporada. Lo malo de tirarse los trastos unos a otros es que se han olvidado de que todavía hay que amarrar la permanencia y que en esta mediocre categoría se pasa, en un abrir y cerrar de ojos, de competir sin pena ni gloria a ser compañero del Xerez en ese calvario que conduce a Segunda B. deportes@lavozdigital.es