La Motorada ¿una oportunidad?

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El comienzo de la Mororada en El Puerto y Jerez ha sorprendido por una menor afluencia de moteros respecto a otros años y por la ausencia de problemas importantes en los accesos a los núcleos urbanos y a las urbanizaciones. Al término de esta edición se habían contabilizado una treintena de accidentes desde el pasado viernes y ninguno con víctimas mortales, lo que es un motivo para felicitarse. Como es lógico en una concentración de decenas de miles de personas, los vecinos volvieron a sufrir incomodidades y, sobre todo, el ruido en las zonas más lúdicas y con mayor espacio para el esparcimiento. A falta de que finalice el Gran Premio de España y el regreso a casa de todos los participantes en esta fiesta de la moto, es preciso llamar la atención sobre la necesidad de evaluar las razones de este descenso de visitantes y de decidir cuál debe ser el futuro de este evento que en los últimos años se ha convertido de forma indiscutible en un motor de la economía de la Bahía y la Sierra.

La crisis económica y la cercanía de la Semana Santa pueden ser motivos para que algunos aficionados hayan decidido quedarse en casa, aunque algunos moteros consultados por LA VOZ también hablan del efecto de los controles y de la decisión de cerrar los accesos a los centros de las ciudades.

Es evidente que las razones pueden ser diversas y que para descubrirlas es necesario un estudio más profundo. Sin embargo, es positivo que en esta edición el Ayuntamiento de Jerez haya tomado la iniciativa con la organización de una feria paralela de la moto, en lo que se puede entender como un deseo de rentabilizar el enorme poder de atracción del Mundial. Pero parece insuficiente y, sobre todo, da la sensación de que los ayuntamientos de la Bahía aún no han tomado conciencia de las potencialidades de la Motorada, preocupados con cierta razón por los efectos que en los residentes y vecinos provoca el ruido de las motos y la aglomeración de personas. Si se considera la Motorada como una oportunidad es posible mejorar en muchos aspectos su organización y alcanzar mayores beneficios.

No se trata más que coordinar las acciones entre los diferentes municipios afectados, encontrar espacios donde los aficionados a las motos puede dar rienda suelta a su pasión dentro de las lógicas y razonables medidas de seguridad y canalizar los accesos a los núcleos urbanos para satisfacción de empresarios hosteleros y comerciantes. Sólo así se podrá convencer a muchos ciudadanos de las bondades de un acontecimiento demonizado y lograr, como ocurre en otras manifestaciones populares, que las incomodidades se consideren un peaje necesario por bien de la comunidad. Seguro que el Carnaval, la Feria de Jerez o la propia Semana Santa causan transtornos a residentes por las trabas para acceder a sus casas, para aparcar y para dormir, porque es mucho el ruido que se genera.

El Circuito de Velocidad es un dinamizador de la economía de Jerez y la Bahía y debería ser entendido así por todas las instituciones locales con el objetivo de que la millonaria inversión que viene realizando la Junta de Andalucía revierta en una provincia que goza de enormes potenciales para liderar el nuevo modelo de turismo basado en la calidad y diversidad de su oferta de ocio alternativa al sol y playa