Más tropas para pacificar Afganistán
Cuando se cumplen cinco años desde que asumiera el control de la seguridad en Afganistán, independientemente de la guerra que los 20.000 efectivos norteamericanos y de la coalición internacional mantienen contra los talibanes y Al Qaeda, la Alianza Atlántica se encuentra en una encrucijada, en la que su propio destino está en jaque.
Actualizado: GuardarLa lucha contra la insurgencia talibán, principalmente en el sur y el este del país, ha despertado suspicacias entre los miembros de la Alianza, unos más implicados que otros en el combate directo contra Al Qaeda. Robert Gates, el secretario de Defensa norteame- ricano, llegó a hablar semanas atrás de una «alianza a dos velocidades», para significar que los grados de compromiso de unos y otros aliados en Afganistán podrían verse remunerados de distinta manera por la OTAN. El planteamiento fue inmediatamente desautorizado, incluso por el secretario general de la organización, Jaap de Hoop Scheffer, pero es orientativo del malestar que anida en el Consejo Atlántico por los diferentes grados de implicación en la lucha.
Exigencias
Dos son las exigencias que periódicamente formulan Estados Unidos, Canadá, Reino Unido y Holanda -primordialmente- al resto de socios aliados que operan en el país asiático: más tropas y mayor disponibilidad de las allí desplegadas para acciones directas contra la insurgencia. Hasta ahora, la respuesta ha sido negativa, pero en Bucarest las cosas van a cambiar.
El Elíseo, en su nueva línea de aproximación a Washington, está dispuesto a reconsiderar parcialmente su estrategia en Afganistán, y enviará nuevas tropas -se habla de un millar-, que se sumarían a las 2.200 ya desplegadas en el propio teatro de operaciones y en los países limítrofes. A cambio, París reclama un apoyo explícito, estadounidense y británico, al proyecto de defensa europea, que languidece bajo la hegemonía atlantista. Sarkozy quiere convertirla en una de las prioridades de la presidencia gala de la UE que debuta en julio.