PÚBLICO. La afluencia de personas fue aumentando a lo largo de la noche.
Cultura

Calentando motores... para la Feria

La zona de ocio diseñada por el Ayuntamiento no consiguió atraer a los 'moteros', que optaron por otras localidades, pero sí a miles de jóvenes jerezanos que no quisieron perderse a Rosendo y Barricada

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Digamos que la noche del viernes fue, cuento menos, peculiar. Como cada año, la llegada del Gran Premio de Motociclismo a Jerez trae bajo el brazo una serie de conciertos de primera categoría -especialmente desde que Televisión Española ha asumido la organización de los mismos-, que genera gran expectación entre los amantes de la música no sólo en la ciudad sino en buena parte de las localidades de su entorno. Este hecho, unido al alto número de visitantes a los que estábamos acostumbrados, hacía que la ciudad se trasformara, por unos días, en la capital de la movida gaditana, algo enormemente difícil el resto del año.

No obstante, en esta ocasión el cerco a las principales calles de la urbe provocó que la gran masa de moteros decidiera trasladarse a la costa y que Rosendo y Barricada no fueran reclamos suficientes para pasar una noche de fiesta en tierras jerezanas. La salida a escena del que muchos han llamado el gurú del rock español fue demasiado temprana (a las 21.00 horas) y apenas unas 200 personas lo acompañaron en sus primeros acordes. Eso sí, a medida que avanzó la noche, el número de jóvenes (que no moteros) que se acercaron hasta la avenida de los Chiribitos fue aumentando hasta convertirse en una marea humana formada por unas 3.000 personas. Así, la puesta en escena de Barricada fue mucho más calurosa y aclamada.

Los conciertos que se sucedieron en el botellódromo se podían oír a la perfección en cualquier enclave de la ciudad, de hecho en muchas ocasiones la calidad del sonido parecía ser mejor a varios metros de esta zona que frente al propio escenario. No obstante, a los miles de fans que allí se aglutinaron ese detalle pareció no importarle lo más mínimo, todo lo contrario que a los vecinos de las urbanizaciones colindantes donde sus ventanas y cristaleras no dejaron de vibrar hasta que Barricada se despidió del escenario ya de madrugada.

En ese preciso momento, se pudo ver con total claridad la cantidad de personas que había en los aledaños del parque González Hontoria. Y es que dos carpas con sus correspondientes disc jockeys también reunieron a un importante número de jóvenes. En la primera de ellas no cabía ni un sólo alfiler y los metros de lona que delimitaban su extensión hacían de barrera acústica para que no se entremezclara el chunda chunda con letras como la de Callejón sin salida o En Blanco y Negro de Barricada.

La segunda de las carpas se instaló en el interior del recinto ferial y en ella tampoco había espacio para respirar sin dificultades o bailar con total comodidad al ritmo de la música electrónica.

Alejados de estos tres puntos (escenario de conciertos y zonas de pinchadiscos) se encontraban al menos medio millar de personas haciendo botellón, como pudo comprobar el primer teniente de alcalde y delegado de Presidencia, Casto Sánchez, quien se personó en el área de ocio que el Ayuntamiento había diseñado para los moteros, aunque finalmente la avalancha fuera de jerezanos. Así las cosas, la noche del viernes fue más un precalentamiento para la Feria del Caballo que otra cosa -como se encargaban de recordar muchos jóvenes- ya que este año todo hace indicar que la fiesta que se originaba con el Gran Premio ha pasado a mejor vida, dejando como consecuencia que las calles del centro estuvieran vacías, que las discotecas no se llenaran como se esperaba y que las barras instaladas por los bares comenzarán a cerrarse a eso de las una de la madrugada. Ver para creer.

braguilar@lavozdigital.es