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AVENIDA. San Juan Bosco se estrecha y se ensancha de forma anárquica a lo largo de su recorrido.
Jerez

Una larga lista de oficios y deportes bajo techo

La avenida de San Juan Bosco es un homenaje de la ciudad al espíritu salesiano tan arraigado desde que llegara en 1960

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Es caprichosa. Se ensancha y se estrecha sin pedir permiso a nadie. Vista desde un extremo no deja de ser una avenida más, pero cuando se recorre de pitón a rabo se cae en la cuenta de lo anárquica que es. No fue diseñada con una escuadra y un cartabón. Se estrecha cuando se entra por la zona de La Plata y se ensancha como el caudal del Ebro cuando llegas al corazón de la avenida que se debate entre Lora Tamayo y el Polideportivo Ruiz-Mateos. Al fondo, vuelve otra vez a estrecharse. Es la zona donde el bramido del león del Zoo se hace presente, justo cuando Taxdirt secciona la travesía del santo de Piamonte.

El sonido del león se confunde con los rugidos del concesionario de coches de segunda mano Capote. Allí se encuentra Pepi Capote. Recuerda que «llevamos diez años en la brecha del automóvil, aunque mi marido es, de toda la vida, profesional del motor». Unas grandes cristaleras que en su día acogieron coches casi míticos como el 850 o el Seiscientos, pues el concesionario lleva más de treinta años abierto.

Mientras, en el mesón La Tabla está todo dispuesto para la cerveza del mediodía con tapa incluida. Para eso está Dolores Macías, que se encarga de todo ello. «Estamos para lo que haga falta -asegura Dolores- porque estamos especializados en lo que el cliente quiera. Si viene a tomarse una cerveza, la mejor del mundo. Si por el contrario quiere una tapa, hay gran variedad. Pero también ofrecemos comidas caseras que están para chuparse los dedos». Está vendiendo el producto, se nota. Sin embargo, se trata del bar de ambiente de la zona, justo a la espalda de la Real Capilla del Calvario.

El centro comercial El Tempul está rodeado de orientales que lo recorren de arriba abajo. Al parecer, todos dicen que van a instalar una tienda típica de artículos a un euro en la zona baja del edificio construido en su día para ser motor comercial de esa zona de bloques con cuadros grises que son Los Naranjos. Por lo demás, poco ambiente en el patio del centro comercial. Tan sólo Peter Pan, que es una panadería-pastelería que tiene instituido el 2x1 en la gama de estupendos pasteles que alberga su vitrina.

Lora Tamayo

El colegio se abre paso cuando la avenida de San Juan Bosco se ensancha. Allí están los jóvenes que entran y salen del gran centro salesiano. Se comenzó a construir en 1966, bajo el diseño de Alfonso de la Lastra, y fue inaugurado en el año 1971, tras un gran movimiento que hubo en la ciudad para recoger los fondos necesarios con el fin de levantar un colegio tan ambicioso en sus dimensiones. Lleva el nombre del jerezano Manuel Lora Tamayo, ministro de Educación en la época, por la colaboración llevada a cabo por el ministerio a favor de la creación del colegio y por ser para la familia salesiana «un modelo para los jóvenes estudiantes». Bajo la batuta de los hermanos Salesianos, muchos jerezanos han aprendido sus oficios gracias a los talleres de formación profesional que se llevan a cabo en el centro formativo, rematado ahora por el Santuario de María Auxiliadora, cuyas puertas se abren en plena avenida de San Juan Bosco.

Frente al colegio, que preside la avenida, está el otro gran símbolo de la zona: el polideportivo Municipal José María Ruiz-Mateos. Al parecer, este gran edificio del deporte jerezano podría ser sometido a una importante reforma, aunque en la zona nadie sabe nada del tema. Necesario sería un repaso, al menos, de chapa y pintura. Al entrar se observa una gran cacha celeste conformada por un sintético que, según cuenta ahora Mateo Muñoz, vecino que visita todas la tardes el pabellón, «tuvo que estar por lo menos dos meses enrollado y metido en una habitación para que se aclimatara a nuestro clima».

Artitas y toreros

Vino desde Italia y cuando se montó fue un espectáculo. «Es ignífugo; ya puedes echarle una colilla encendida que no arde», comenta Mateo, que lo conoce como nadie.

El pabellón fue inaugurado en 1978 por el entonces alcalde de la ciudad Juan M. Corchado Moreno. Promovido por el Ayuntamiento de la ciudad y por el Consejo Superior de Deportes, también fue importantísima la labor del empresario Ruiz-Mateos, cuyo nombre lleva el polideportivo. Nos cuenta el administrativo del centro que «hemos tenido eventos muy importantes, como el mundial femenino de voleibol en el año 1990. Te podría nombrar otros eventos, como alguna exhibición de los hermanos Vicario en Navidad. Se tuvo que montar una cancha de tenis sobre la que hay ahora», comenta. Pero Jerez siempre recordará el polideportivo por los partidos entre artistas y toreros que tradicionalmente se han celebrado en Navidad para alguna causa noble. Hablar del famoso partido de fútbol sala de artitas y toreros es hablar de sus grandes organizadores, los periodistas Manolo Doña y Eduardo Rinconada. Lograron traer a Norma Duval, Lola Flores, Massiel o Paloma San Basilio para hacer el saque de honor de aquellos partidos. Todavía se recuerda a Diego Armando Maradona en aquella cita en un año y tantos rostros famosos como Paquirri, Espartaco, Ponce y otros muchos que han venido a este lugar a aportar su granito de arena a la causa.

Al salir del polideportivo nos encontramos con la parte final. A una lado están los famosos bloques de los militares, donde los vecinos cuentan que «había días que estaban vigilados por el ejercito que desplegaba en plena avenida un dispositivo de seguridad que asustaba a quien pasaba». Más allá Icovesa se confunde con la barriada de don Zoilo, hasta llegar casi al parque de la Plata. En el otro extremo de la avenida apenas se escucha ni el bramido del león del Zoológico ni el rugir de los coches de Pepi Capote. Final del trayecto. La avenida de San Juan Bosco al norte de la ciudad, una arteria llena de vida y de un sabor salesiano muy jerezano.