El director Pedro Almodóvar, junto a Rossy de Palma y Blanca Li en un momento de la fiesta. /REUTERS
baile de la rosa a la española

La 'movida' se instala en Mónaco

La Casa Real monegasca acoge entre protocolos a Pedro Almodóvar y su 'troupe' para recrear ese movimiento cultural del Madrid de los 80

MONTECARLO Actualizado: Guardar
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Con el potencial riesgo de caer en lo decadente, la "movida", hilo temático de la edición número 54 del Baile de la Rosa en Mónaco, dejó boquiabierto al público monegasco y recuperó su desfachatez más refrescante gracias al estupendo espectáculo ideado para Pedro Almodóvar por la familia Grimaldi.

"Se han esforzado mucho por agradarnos. Son ellos los que se han adaptado a nosotros y han echado el resto en este Principado, así que sólo tengo que decirles gracias" explicó anoche Pedro Almodóvar al llegar al Salón de las Estrellas de Sporting Club de Montecarlo.

Sus palabras no eran un cumplido, sino una fiel descripción de una fiesta que prefirió mantenerse fiel al espíritu de los homenajeados antes que hacer concesiones a una audiencia que, pese a la estupefacción inicial, se hizo cómplice del tono hedonista y excesivo en un desatado baile final.

La reconstrucción de la fachada del mítico Cine Doré de Madrid, los números de cabaret a la española, la performance entre las galaxias y las cloacas de un estupendo Paco Clavel y las hilarantes apariciones de Rossy de Palma sobre el escenario despejaron las dudas sobre la necesidad de una resurrección de algo tan adherido a su época. Junto a Almodóvar, no faltaron en el Baile de la Rosa Alaska y su marido Mario Vaquerizo o Bibiana Fernández.

Estefanía, la gra ausente

Hubo tiempo para todo y de la trivialidad de la 'revisitación paródica' de clásicos como La vie en rose, Ne me quitte pas o Tómbola se pasó a la intensidad de la voz de Luz Casal y su Piensa en mí.

La mezcla entre el vestuario de etiqueta y la antología de lo 'kitsch' que se apoderó del Salón de las Estrellas dio con un excelente tono en el que se respiró armonía, complicidad y, sobre todo mucha diversión.

Alberto II y Carolina, así como sus respectivas parejas, Charlene Wittstock y Ernesto de Hannover, compartieron mesa con Almodóvar y el habitual Karl Lagerfeld, mientras que sus hijos, Carlota y Pierre Casiraghi, se sentaron en la mesa adyacente.

Faltó, en el último momento, el tercer Casiraghi, Andrea, y, un año más, la princesa Estefanía se ausentó de este evento que, uno de los de más resonancia social del Principado, tiene carácter benéfico en favor de la Fundación Princesa Gracia.