DESLUMBRANTE. Dessay cantará esta noche en el Real. / EFE
Cultura

Natalie Dessay, una «bruja con voz de ángel», se instala en la cima de la lírica

La soprano debuta en el Real con un programa que alterna el repertorio francés e italiano

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Natalie Dessay, una de las grandes sopranos de nuestro tiempo, no oculta que ha llegado a la cima del bel canto «por exclusión, casi por casualidad». Trató primero de hacer carrera en la danza, «pero no tenía la calidad suficiente». Probó después en el teatro «y tampoco estuve a la altura». Con cierto desencanto y a una edad que muchos consideran «tardía», se probó a sí misma en el mudo de la ópera y... ¿eureka!: a la tercera fue la vencida. Descubrió Dessay que tenía suficiente capacidad dramática y una voz primorosa, que la lírica era un oficio factible para ella y que le iba «como anillo al dedo», «casando las tres cosas que más me gustan, la música, la voz y la expresión corporal».

Poco más de dos décadas después de aquella feliz probatura, avalada por un montón de grandes premios, Dessay (Lyon,1965) ha escalado las partituras más complejas para instalarse en la cima de la lírica. «Llegué a odiar la ópera antes de esa revelación. Durante mucho tiempo creí que se limitaba a un montón de gordos cantando sobre el escenario», confiesa hoy sin rubor la consagrada soprano ligera.

Ahora se la rifan los primeros teatros de ópera del mundo. En España había deslumbrado al público de Liceo, pero se hacía de rogar para el del Real, donde debuta hoy con un programa que alterna el repertorio romántico francés e italiano en el que se mueve ahora como pez en el agua. Un repertorio que viene afinando tras dejar de lado exigentes sobreagudos de los papeles en los que forjó su leyenda, roles como la reina de la noche de la Flauta Mágica de Mozart y la Olympia de Los cuentos Horffman de Offenbach.