REGRESO. Malkmus sitúa la guitarra eléctrica en primera línea.
Cultura

Acordes y discordancias

Stephen Malkmus recupera la solidez de los añorados Pavement en su nuevo disco, 'Real Emotional Trash'

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L a historia del pop está llena de discos de debú -desde The Velvet Underground & Nico (1966) hasta Veneno (1977)- que han marcado época, activando géneros o encabezando tendencias, por su precisa contextualización con su tiempo y su posterior influencia. Slanted And Enchanted (1992), de Pavement, es una de esas primeras obras capitales por la facultad que tuvo en su momento de concentrar divergencias para ayudar a definir y establecer pautas de desarrollo en el sonido indie de la década pasada. El líder de la banda, Stephen Malkmus, ha reconocido en más de una ocasión su deuda con Sonic Youth, pero es justo distinguir a Pavement con valores propios por su lucidez para acertar a flexibilizar la aspereza del sonido patentado por los neoyorquinos y encauzarlo hacia terrenos menos rígidos. Su tercer álbum, el notable Wowee Zowee (1995), puede servir de ilustración para entender esa lograda tersura pop cimentada sobre guitarras nada acomodaticias.

Una vez cerrado el capítulo Pavement, la carrera de Stephan Malkmus en solitario se inicia en 2001 con un disco homónimo calculado, conformado por canciones relevantes aunque, en opinión de algunos, de métrica algo convencional para lo que se esperaba de su temperamento valiente. Se había arrinconado, en parte, el sonido desbocado para someterse un grado más a la autoridad del conjunto: no quedaba desdibujado el signo de identidad primigenio pero se echaba en falta algo más de arrojo.

En las próximas entregas, Malkmus recupera la entidad de banda adoptando el nombre de Stephen Malkmus & The Jicks a la vez que reactiva su carácter inquieto y vuelve a situar su guitarra en primer plano en composiciones lideradas por inagotables solos. Sin embargo, y a pesar de esa rehabilitación idiomática, Pig Lib (2003) y Face The Thruth (2005) se quedaron en indecisos acercamientos a multitud de estilos lastrados por inconexos intentos de virtuosismo.

Desenfreno instrumental

Todas esas dudas y discordancias han quedado resueltas y superadas con Real Emotional Trash (Domino-Pias, 2008), un coherente muestrario de rock, digamos, progresivo, donde se conjugan con regulación y armonía moderadas líneas melódicas con excitantes pasajes de desenfreno instrumental. Con su guitarra eléctrica en primera línea en los cortes de mayor duración (Hopscotch Willie, que casi llega a los siete minutos, o la que titula el álbum, que supera los diez), Malkmus se erige en ejercitado guitar hero dando rienda suelta a los pedales de efectos aunque, eso sí, auto controlándose para no desbarrar y aburrir a las ovejas con el exceso.

Por otro lado, el contraste cruzado que refrendan las canciones de menor duración (Cold Son, Gardenia) y los prudentes fragmentos melódicos que articulan los cuatro músicos (Janet Weiss en la batería, Joanna Bolme al bajo y el teclista Mike Clark, además de Malkmus) en todos los cortes garantizan la solidez de un disco compacto, a pesar de su complejidad formal.