AL PIE DEL CAÑÓN. María Dolores muestra sus firmas. / J. M. A.
Chiclana

10.100 firmas por un derecho

María Dolores lleva siete meses pidiendo transporte público hasta el campus de Jerez

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La particular Quijote chiclanera de los universitarios de esta ciudad sigue en su lucha contra los molinos que podría representar el Consorcio Metropolitano de Transportes.

Desde el pasado mes de agosto de 2007, María Dolores Alcedo, una madre normal, con preocupaciones y ocupaciones normales, pero con un coraje y una fuerza sobrenatural para luchar por lo que cree justo, lleva plantada en la calle Vega de Chiclana pidiendo un transporte público diario entre esta localidad y el campus universitario de Jerez.

«Todo empezó con el problema de mi hija, que ha comenzado a estudiar este año, y que no tenía cómo llegar hasta su facultad», adelantaba a este medio el pasado verano pasado cuando iniciaba su particular cruzada.

Más de siete meses después, María Dolores continua con la batalla contra el mayor de los entuertos que haya podido conocer jamás. Sola la mayoría de los días, y en ocasiones acompañada por su propia hija o allegados, esta madre chiclanera ha logrado reunir ya más de 10.100 firmas para una causa que conocen bien quienes han estudiado en las universidades jerezanas de la UCA.

«Continuaremos luchando hasta que llegue el transporte», aseguraba estos días María Dolores.

En su peregrinar por las diferentes administraciones con competencias en el tema, la madre se ha puesto en contacto con los ayuntamientos de Chiclana y Jerez, con el Consorcio de Transportes, con la Junta de Andalucía, con la Universidad de Cádiz e incluso con el presidente del Gobierno, Rodríguez Zapatero.

«Ahora quiero que me reciba mi alcalde, el señor Ernesto Marín, y que si es posible se una toda la Corporación para hacer más fuerza en este tema», pide.

Las rúbricas de miles de chiclaneros le dan la razón. De momento, ella mantiene la esperanza de que el gobierno autonómico medie en el conflicto o de que la invitación que la delegación local de Tráfico le ha cursado para acudir al Consorcio Metropolitano «a exponer el problema» sirva para algo.

Indefensa como Don Quijote en los campos de La Mancha, María Dolores utiliza como única arma una pancarta reivindicativa y los cientos de folios donde se acumulan las firmas recogidas; «ni una sola repetida», presume.

Ilusión y un punto de locura, desde luego, no le faltan.